Os voy a contar un bonito cuento de gatitos, que es tan real como la vida misma.
Erase una vez varios gatitos, que observaban a una bonita gatita blanca, que disfrutaba feliz y contenta, metida en una caja, como si de un par de zapatillas calientes y mulliditas se tratase, mientras miraba con orgullo a sus amiguitos, a los que no parecía importarle, el precioso alojamiento que ella tenía.
Pero como en todos los cuentos, siempre hay algún malo o envidioso, y en este no podía ser menos, un gatito negro, quería poseer aquella caja e ideó un malvado plan para robársela.
No tuvo otra que, cerrar la caja y dejar a su inquilina dentro, sentándose encima, para que no pudiera salir y se enterase muy bien, de quien mandaba y de quien era el más fuerte.
La gatita, pugnaba por salir y salir, pero gatito negro, la observaba sin piedad, para que se asustase y le dejase, el preciado tesoro libre y lo consiguió, pero la gatita en vez de salir enfadada y arañando, como era de esperar, salió con mucha dignidad e ignorando al gato malvado, que había intentado destruirla, para quedarse con su caja, y.... ¡Colorín colorado, este cuento se ha acabado!
No sé si el cuento me ha quedado bonito, porque de cuento tiene poco, lo que sí sé es que no me he inventado nada de nada ¿A qué no?