Estuve tentada de no verlo, pero me pudo la curiosidad. A pesar de que me chirriaba tanta expectación forzada y que me parecía excesivo que durante las semanas previas nos estuvieran informando de como iba a ser el debate, como se iba a preguntar, cuantas cámaras iban a haber… parecía más la retransmisión del festival de eurovisión o la gala final de un reality que un debate político. Aquí tendremos poca costumbre de ver este tipo de debates pero tampoco somos tontos, nos podemos imaginar que serían cuatro personas en un plató con dos periodistas preguntando, vamos, lo que viene a ser un debate, no me parecía necesaria tanta parafernalia.
Por supuesto me salté todos los previos, el viaje en coche, recibimiento en la puerta, entrada a maquillaje, las fotos del momento “histórico”, que supongo estarían adornados con un montón de comentarios sin ningún tipo de interés informativo y a eso de las diez me dispuse a ver el debate “de-ci-si-vo”, que ya el nombrecito en si me parecía un poco de ir de sobrados, como si después de ver las dos horas y media todos los espectadores indecisos hubieran decidido su voto definitivamente, incluso algún votante que ya lo tenía claro de antemano podría haber cambiado de idea.
Mi primera impresión fue confirmar (como hicieron miles de personas por las redes sociales) que faltaba como mínimo un atril más, sino dos o tres. Alberto Garzón estuvo presente virtualmente gracias a los tweets de mucha gente, y Herzog estuvo presente físicamente protestando en la puerta con algunos militantes de su partido por haberlo ninguneado en el debate. Se ve que el debate era solo para los cuatro primeros caballos ganadores, el resto de partidos ya se apañaran para dar a conocer su programa, muy democrático.
Luego estaba la banda sonora, épica, que parecía que iba a aparecer Darth Vader por una esquina seguido de un puñado de soldados imperiales.
Lo mejor del debate fue sin duda twitter, llegó un momento en que no prestábamos atención a lo que decían, que por otro lado ya habíamos oído muchas veces, era mas divertido leer los comentarios de la gente, que cuando tienen tema se salen de graciosos. Que si Sanchez parecía un anuncio de dentífrico, Pablo Iglesias parecía estar patrocinado por bolígrafos Bic, Albert Rivera no paraba de moverse (estos fueron realmente hilarantes) y Soraya regañaba como una maestra a los niños (el “donde estabas tu” dio mucho juego).
Tampoco vi el post debate ni los análisis del día después, que para eso era fiesta, y además en un debate esto de elegir ganador me parece un poco subjetivo, a menos que en los atriles pongan contadores y sumen puntos por frases ocurrentes, ir más guapo, o como en los concursos de antes: por el nivel de aplausos, que no es el caso.
Creo que hay gente que vota por lealtad política al partido al que ha votado toda la vida, lo hagan bien o mal, porque son de derechas o de izquierdas y no les gustan los cambios y los experimentos. Luego hay gente que vota por simpatía al candidato, o por lo que cree afinidad política sin entrar mucho en detalles de programa, más bien por lo que oye en tertulias, en la televisión o en las redes sociales. Y por último están los que se leen los programas electorales de los partidos que les interesan, o por lo menos esos cuadros comparativos que determinados medios se han currado para que el personal se ahorre ciento y pico páginas de programa, con el fin de tener claro lo que se vota más que a quien se vota.
Yo soy de los últimos, y no estoy indecisa, tengo claro quien me gustaría que realizase los cambios necesarios para que este país sea más justo, para tener una sanidad y educación pública gratuita y de calidad, con derecho a la vivienda y al trabajo tal y como garantiza nuestra constitución, un país laico y pacífico, sin ley mordaza, sin amnistías fiscales…
Ya se que seremos pocos, pero siempre he sido un poco idealista.