¡Que levante la mano al que le sirvió ayer para algo eldebate!Yo estuve tentada de seguir con la lectura del libro queahora me entretiene. Pero es una historia de fantasmas tan clásica que se parecíademasiado a lo que ponían en la tele. En mi libro también hay un decorado, unos personajesprevisibles y un guión preconcebido de antemano por un autor de éxito. La únicadiferencia es que de esa historia irreal, no saldrá el argumento que amase lavida de tantos millones de gentes, ni dependerá de él mi futuro cuando termineel capítulo diez.Pero no me parecía bien irme a leer, fíjate. Siempre me queda eseescozor punzante que me recuerda que la democracia hay que ejercerla porque nosla hemos ganado y me vence, aunque no quiera, la sensación de que no es lógicoandar metida en historias de mentirijillas, cuando se debate sobre lo que nosdeparará noviembre. Así que cenamos pronto y me senté en el sofá a ver qué teníanque decirme los jerifaltes de la política, los que tienen que tirar del carrode este desastre.Pronto empecé a ponerme nerviosa. Nada más salir del coche,el análisis de un señor experto en “gestos” que tenían contratado en la cadena sintonizada,hacía un recorrido pormenorizado por las manos cerradas de uno, los tirones decorbata de otro…y ahí ya fue donde yo me aburrí. Antes de empezar, sí, es asíde doloroso.Claro, es que yo me decía: ellos saben perfectamente queeste hombre existe, que como él habrá cientos de personas analizando al milímetrosu conducta gestual, su vestimenta o el afeitado y por lo tanto, habrá tambiénotros cientos que habrán sido contratados para dar la imagen requerida, parahacer caer al pueblo en el engaño del teatro y en la imaginación locuaz de laliteratura. Todo me pareció de repente falso: el decorado cartón piedra, los envites,las insinuaciones…todo me parecía preparado por unos y por otros tan al milímetroque observé que los periodistas que me hacían de intérpretes, sabían de antemano que iba a pasar lo que pasó y que el toma y daca sería loque fue. Pero ¿dónde quedó la pasión? ¿dónde la garra? Todo fue tan políticamentecorrecto que empecé a fijarme en lo que ocurría alrededor de las palabrasy a olvidarme de lo que querían transmitir con la perorata.Claro, con todo tan medido y tanto asesor dando guerra,supongo que el cerebro tiene que intentar escapar de alguna forma. Por muyprofesionales que sean, debe ser muy difícil hablar, leer o pensar sin olvidarque uno no puede enarcar las cejas de determinada manera o gesticular con lasmanos de otra y supongo que eso hace que se produzcan algún tipo deinterconexiones en la cabeza mientras se oye de forma intermitente la voz dealguno de los consejeros. El caso es que sin previo aviso, y ante las miradasatentas, los dos candidatos comenzaron a lanzarse tics malintencionados quefueron los culpables de que a estas horas yo siga sin acordarme ni de unapalabra de lo que allí se dijo.
El debate
Publicado el 08 noviembre 2011 por Mamenod¡Que levante la mano al que le sirvió ayer para algo eldebate!Yo estuve tentada de seguir con la lectura del libro queahora me entretiene. Pero es una historia de fantasmas tan clásica que se parecíademasiado a lo que ponían en la tele. En mi libro también hay un decorado, unos personajesprevisibles y un guión preconcebido de antemano por un autor de éxito. La únicadiferencia es que de esa historia irreal, no saldrá el argumento que amase lavida de tantos millones de gentes, ni dependerá de él mi futuro cuando termineel capítulo diez.Pero no me parecía bien irme a leer, fíjate. Siempre me queda eseescozor punzante que me recuerda que la democracia hay que ejercerla porque nosla hemos ganado y me vence, aunque no quiera, la sensación de que no es lógicoandar metida en historias de mentirijillas, cuando se debate sobre lo que nosdeparará noviembre. Así que cenamos pronto y me senté en el sofá a ver qué teníanque decirme los jerifaltes de la política, los que tienen que tirar del carrode este desastre.Pronto empecé a ponerme nerviosa. Nada más salir del coche,el análisis de un señor experto en “gestos” que tenían contratado en la cadena sintonizada,hacía un recorrido pormenorizado por las manos cerradas de uno, los tirones decorbata de otro…y ahí ya fue donde yo me aburrí. Antes de empezar, sí, es asíde doloroso.Claro, es que yo me decía: ellos saben perfectamente queeste hombre existe, que como él habrá cientos de personas analizando al milímetrosu conducta gestual, su vestimenta o el afeitado y por lo tanto, habrá tambiénotros cientos que habrán sido contratados para dar la imagen requerida, parahacer caer al pueblo en el engaño del teatro y en la imaginación locuaz de laliteratura. Todo me pareció de repente falso: el decorado cartón piedra, los envites,las insinuaciones…todo me parecía preparado por unos y por otros tan al milímetroque observé que los periodistas que me hacían de intérpretes, sabían de antemano que iba a pasar lo que pasó y que el toma y daca sería loque fue. Pero ¿dónde quedó la pasión? ¿dónde la garra? Todo fue tan políticamentecorrecto que empecé a fijarme en lo que ocurría alrededor de las palabrasy a olvidarme de lo que querían transmitir con la perorata.Claro, con todo tan medido y tanto asesor dando guerra,supongo que el cerebro tiene que intentar escapar de alguna forma. Por muyprofesionales que sean, debe ser muy difícil hablar, leer o pensar sin olvidarque uno no puede enarcar las cejas de determinada manera o gesticular con lasmanos de otra y supongo que eso hace que se produzcan algún tipo deinterconexiones en la cabeza mientras se oye de forma intermitente la voz dealguno de los consejeros. El caso es que sin previo aviso, y ante las miradasatentas, los dos candidatos comenzaron a lanzarse tics malintencionados quefueron los culpables de que a estas horas yo siga sin acordarme ni de unapalabra de lo que allí se dijo.