… y cuando más esperanzado estuvo, sus fuerzas
ya estaban agotadas…
y no fue sólo una
ni fueron dos veces
en las que el nunca supo
como decirle lo especial que era ella
y lentamente la ilusión comenzó a marchitar su vida entera,
matándole a cada suspiro y pensamiento por ella,
haciéndole más frágil y temeroso que antes,
haciéndole llorar, gritar, sollozar y sonreír hipócritamente,
puesto que la esperanza que estaba puesta y que iluminaba su vida
se iba lentamente, perdiéndose y distorsionándose creando un final alternativo
en esta vida ilusionada y de poca suerte.
Así es como mueren las ilusiones, cuando más das…menos recibes.