Revista Talentos

El dentista y el cura

Publicado el 20 abril 2016 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
El dentista y el cura El barrio de Malaver no es lo que era. Cruzar la barrera era entrar a un mundo completamente desconocido, todo era mas lejos en esa época, yo todavía no se porqué. Eran tiempos difíciles, recién agarraban la manija los milicos. Las villas iban creciendo porque la gente se quedaba sin laburo. Todo culpa del orejón ese, Martínez de Hoz, un hijo de puta que será difícil de igualar. Eran tiempos violentos, pero era otra sociedad. No se puede creer como ha cambiado todo.
 Pero esperá, me estoy yendo por las ramas. La cosa estaba jodida, pero viste que siempre en todos lados hay tipos distintos. Uno de esos tipos era el cura de la otra cuadra de donde vive la piba esta que anda con vos. El cura del poncho o ponchito como le decían las viejas.
El cura ese era un atorrante, la gente se quejaba porque no le daba bola a los casorios o porque se la pasaba yirando por las casas mangando para morfar. Pero era un tipo bueno, uno de esos curas tercermundistas que trabajaban en las villas ayudando a recaudar guita o a hacer obras o mas no sea a darle un poco de contención a tipos que estaban mal, pero mal en serio flaco. Los pibes lo adoraban, los hacia jugar a la pelota en la iglesia, que dicho sea de paso la hizo él a mano. Era un cura del pueblo, las veces que dejó parejas esperando en la puerta de la iglesia porque no le interesaba para nada lo formal. Éste se aparecía dos horas después, las viejas dicen que medio mamado o por haber pasado la noche con una mina. Pero era un buen tipo, si no te digo que teníamos el bar en la esquina del deportivo y  cuando se enteró que mi viejo estaba mal, vino a darle la unción de los enfermos. Así, de la nada. No nos conocía aunque nosotros si a él, era un tipo famoso.
Me estoy yendo por las ramas otra vez, vos me preguntaste otra cosa y yo doy vueltas porque me acuerdo esos tiempos. Perdóname, tenía veintidós pirulos nomás y recordarlo me hace sentir de vuelta  con esa edad. Bueno, el tema es así: el cura andaba en yunta con un dentista que vivía en la casa donde vive tu novia. El dentista era moishe y muy peruca, laburaba bien pero no le sobraba la guita. Hasta ahí nada raro, pero resulta que en un momento no se los vio más a ninguno de los dos. No era extraño, yo era peronista y aunque no andaba en la militancia sabía que chupaban gente, éstos dos tranquilamente podían haber caído en la volteada. Hasta que un día me despierto y ambos estaban en la tapa de todos los diarios. ¿Sabés lo que habían hecho? Se habían afanado unos libros incunables del congreso que valían una fortuna y los engancharon. ¡¡No lo podía creer!!!Encima parece que los habían vendido y regalado toda la guita. Que fenómeno, no sabes el quilombo que se armo.
Anda a calentar el agua del mate, dale que se está lavando. Yo mientras te sigo contando.  El cura y el dentista cayeron en cana, se habló durante mucho tiempo en los diarios pero después de unos meses la cosa se fue olvidando. La parroquia y el consultorio quedaron vacíos. Vos me preguntás si hubo un juicio o algo así pero desde ya te digo que te vayás olvidando, de esas cosas no había noticias.
Toma el mate bien, que pareces un gringo quejándote de que está caliente. Encima hacés esa mueca y escucháme que ya termino. Al tiempo, bueno yo digo al tiempo pero había pasado como un año, aparecieron los dos. Estaban hechos pelota, tenían como veinte años más encima y marcas en el cuerpo que denotaban que la habían pasado muy feo. No les habían podido probar un  carajo y los habían largado. Yo creo que por presión de la iglesia católica por un lado y por algún contacto con alguno de la colectividad por otro, porque sino cuando alguien desaparecía, chau, despedite. Estaban muy cambiados, el dentista no salía de la casa y ponchito se la pasaba mamado. Esta vez no era invento de las viejas, lo encontrabas tirado a plena luz del día con una sbornia. Ni siquiera podía mantenerse en pie. El barrio estaba muy triste porque mucha gente lo quería mucho y ahora lo ayudaba con lo que podía. No te digo que era otra sociedad, estábamos todos hechos mierda y sin embargo  nos ayudábamos entre todos. Yo hace 25 años que me mude acá y no conozco ni al que vive en frente.
Al año ponchito desapareció, me parece que se lo llevó un familiar de él que vivía en Campana. Estaba muy mal ese hombre y nunca más lo volví a ver. Pero acá la cosa es qué paso con el dentista. Te digo que un día salí de mi casa para ir a atender el boliche y me encuentro un con un quilombo en la puerta de la casa del dentista. Cintas, canas, una ambulancia y los vecinos mirando desde enfrente. El dentista se mató flaco. Se colgó de una soga cuando su señora había ido a la feria. Mucha gente cree que lo ajusticiaron los milicos, pero yo no. Creo que se mató y se mató porque no se pudo recuperar de lo que le había pasado, de la tortura, de perder a su familia tanto tiempo, de la injusticia, del miedo, de todo eso. Ese tipo no encontró la justicia jamás, no encontró la justicia que necesitan los que siempre estuvieron en la lona. Él va a seguir dando vueltas por esa casa hasta que esa justicia sea realidad. Es por eso que escuchan ruidos raros cada vez que es de noche, es el ruso dando vueltas y asomándose a ver si llego la justicia por el barrio.Yo creo que también lo busca a ponchito, a ver si volvió porque si volvió él toda la miseria que vino después hubiera sido menos dura. Es como le paso a Evita viste, cuando le das una mano a los humildes no te podes morir nunca más.

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