El derecho es para cuando no te gusta

Publicado el 09 septiembre 2017 por Sylvia
Ayer vi un tweet sobre un locutor que increpó a las madres a vestir "decentemente" cuando fueran a recoger a sus hijos a la escuela. Había un enlace al audio y soporté unos minutos, suficientes para entender el mensaje.
Resulta que en una escuela pusieron un cartel prohibiendo a las madres ir por sus hijos en ropa "provocativa"; que les evitaran la pena de regresarlas a vestirse bien, decían. Estoy usando mis palabras, no recuerdo las que exactamente usaron ellos, pero sí que fueron burdos. Entre los comentaristas mencionaron cosas como que los hijos de estas madres se sentirían avergonzados y que los niños mayores podrían ser "provocados". Detuve el audio cuando empezó a decir que las feministas se creían con derecho a matar.
¿Cómo es que a las mujeres se les botó la canica y piensan que pueden ir vestidas como les dé la gana a cualquier parte? 
¿Será porque tienen derecho a ir vestidas como les dé la gana a cualquier parte?
De verdad que impacta la naturalización del machismo. ¿Hay ropa más o menos apropiada para un lugar u otro? Seguramente sí, según el juicio de una mayoría que se pone de acuerdo o de una minoría con poder. Pero, ¿cómo por qué me vas a decir tú, que debo ajustarme a ese criterio de lo que es apropiado? En la escuela de la "prohibición" estaban previniendo faltas de respeto. La mismita lógica que culpa a las mujeres por ser violadas.
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Hace poco, entre las declaraciones homófobas que he escuchado en mi familia, una en particular hizo que tomara a mi niña y la llevara varios metros más allá. Un clásico: "No tengo nada en contra de los homosexuales, me llevo bien con ellos, pero es que se han descarado". El fundamento del discurso es que cada cual sea lo que quiera, mientras no ofenda a los demás y los homosexuales ofenden expresando lo que son, es decir, con su propia existencia.
Porque, ¿cuál es la necesidad de que se tomen la mano en donde sea? ¿De que se besen? ¡Y donde hay niños!
¿Será la misma que tienen los heterosexuales que toman de la mano y besan a sus parejas? ¿Será que el mundo es tan de unos como de otros? 
La preocupación por lo que verán, pensarán y aprenderán "los niños" siempre me hace pensar en B. El miedo que me da que vaya a creer algún discurso homófobo. No creo que pase; ahí estoy yo, haciendo lo que me toca; pero si de algo la protegería sería de eso. 
La cuestión es que respetar el derecho de los demás es sencillo cuando no incomoda o cuando representa una pequeña molestia, pero ese derecho hay que respetarlo precisamente cuando incomoda. De hecho, el otro invoca el derecho cuando no se está respetando y quien no lo respeta suele resistirse a reconocerse como transgresor.
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Antier estaba en Monterrey y debía imprimir los pases de abordar para el vuelo que B y yo tomamos ayer. Creí que era importantísimo. De haber sabido que me iba a costar $50 que los imprimieran en el aeropuerto, me ahorro el episodio.
El caso es que los $#&"¡? de Hotmail decidieron cuidar la seguridad de la cuenta de correo en la que tenía acceso a los pases; llamémosla cuenta1. Me mandaron un código de seguridad a otra cuenta, de la que olvidé la contraseña; llamémosla cuenta2. Para recuperar esa contraseña, me mandaron un código de seguridad a la cuenta1, infranqueable. Pedí que enviaran otro código a una tercer cuenta, esta vez de Gmail. Los $#&"¡? de Gmail también decidieron cuidar la seguridad de la cuenta y me enviaron un código al teléfono. No llevaba mi teléfono. Todo eso, con B queriendo meter mano en el teclado y quejándose por no recuerdo qué: supongo que por estar ahí sin que la dejara meter mano en el teclado. Fuimos por el teléfono a casa de mi hermana y regresamos a la papelería donde pretendía imprimir. Yo estaba a punto de llorar, frente a un cuestionario con preguntas sobre mi maestro favorito y mi primera mascota. Finalmente me anunciaron que verían si me dejaban entrar a mis cuentas 24 horas después. En medio de eso, la niña protestaba ruidosamente, metió la mano bajo mi blusa y me pegó o me pellizcó, no lo recuerdo. La tenía sentada detrás de mí, ambas en la misma silla, para que no tocara nada ni se fuera. Cuando me pegó o me pellizcó, tomé sus manos con coraje, apretándolas, le dije que eso no se hacía y prácticamente me senté sobre sus manitas. No estaba oprimiéndolas realmente: no le hice un daño físico. Al final, me rendí con lo de los pases y nos fuimos. En el camino, se cayó y no la consolé. La cargué y se movía tanto que tiré mi teléfono. Había charcos y el teléfono fue a caer en uno. Le solté un: "mira lo que hiciste que pasara, ¿por qué no te puedes estar quieta?"
En casa de mi hermana, la niña se ocupó de otra cosa de inmediato. Mi hermana me dijo lo que suele decirse: que no me preocupara, que a los niños se les pasa. Y sí: B tan contenta como si nada. Pero eso no significa que lo que pasó no fuera maltrato ni que se haya borrado la experiencia. Detener sus manos de ese modo es un acto de violencia: porque las apreté, porque lo hice desde la víscera para librarme de algo que no estaba soportando Y no son responsables los de Hotmail, ni los de Gmail, ni mucho menos ella. Yo soy responsable. Lo acepto, lo lamento, me disculpo y tomo medidas. El derecho a ser tratada con respeto en todo momento es precisamente para esos momentos. 
Silvia Parque