Con la presencia de Internet en nuestras vidas, desde hace unos 15 años, la sociedad ha comenzado a experimentar cambios vertiginosos, que ahora se hacen perceptibles dentro de una misma generación (intrageneracionales) como consecuencia de la democratización en el acceso a la información que rompe la brecha, hasta hace poco existente, entre los inforricos y los infopobres. Es en este preciso momento, en el que lo que se demanda ya no es información, cuando empieza a percibirse que la escuela no está capacitada para transmitir esos cambios. Lo importante ya ha dejado de ser el dato y la información (que hoy es asequible a la distancia de un clic en Internet) sino que lo importante es disponer de los mapas, los esquemas, los códigos y los lenguajes, en definitiva la gestión del conocimiento, para abrirse paso y orientarse en este nuevo territorio que nos plantea la era digital. El aprendizaje deja de centrarse sólo en el saber para pasar a enfocarse en el 'saber pensar', 'saber decir', 'saber hacer', el 'querer hacer' y el 'querer ser'. El aprendizaje ha pasado de ser una "labor" que se hacía durante un periodo de la vida a hacerse desde la 'cuna hasta la tumba', una constante adaptación a los cambios para tratar de sobrevivir (darwinismo pedagógico). Como indica Enguita, el conocimiento ya no es monopolio de escuelas y universidades sino que se gestiona, se comparte, se construye, por toda la sociedad y a nivel global (empresas, fundaciones, individuos, grupos informales, etc.)
Así, y aunque nos pese, nuestra sociedad ha pasado a dividirse en: -logorricos o aquellos/as que tienen la posibilidad académica, laboral, institucional y/o económica de seguir gestionando y adaptando su conocimiento de por vida, y-logopobres: aquellos/as otros/as que bien porque abandonaron tempranamente sus estudios básicos, por nacer y/o vivir en entornos sociales desfavorecidos o simplemente porque eligieron un camino profesional y no académico, no son capaces de orientarse y sobrevivir en este nuevo territorio que les obliga a la formación y adaptación continuas.Por si fuera poco, la crisis económica de los últimos 5-6 años ha hecho aumentar exponencialmente la población de logopobres. A ella se han unido un ingente número de (a) personas que tras varios (incluso muchos) años trabajando ahora no saben y no tienen adónde acudir para descifrar los mapas a través de los cuales se guía la nueva sociedad (que cambian cada día) y (b) de jóvenes que, con poca o mucha preparación académica, no pueden acceder al mercado de trabajo por primera vez y que no tienen dinero para costearse nuevos estudios. A todos/as estos/as logopobres los gobernantes les han "premiado" reduciendo, hasta la práctica erradicación, la única posibilidad que tenían de no quedarse acinados y desolados en sus casas, a la interperie del deshaucio intelectual (y después de techo), cargándose de un plumazo los programas de formación ocupacional, los talleres-escuela, los servicios de orientación al empleo, entre otros muchos recursos que eran la única salvación de estas personas para poder seguir sobreviviendo en la insolidaria y despiadada sociedad de la información y el conocimiento. ¡Unámosnos contra la logopobreza!