Revista Literatura

El Desencanto: poema In memoriam Leopoldo María Panero

Publicado el 09 marzo 2014 por Verdi0381
El Desencanto: poema In memoriam Leopoldo María Panero                                 Leopoldo María Panero, posa sosteniendo la muerte entre sus manos
Es mejor ser breve cuando se habla de locura. Es un territorio distante, extraño e incómodo; es la prima hermana de la muerte. Leopoldo María Panero Blanc (1948-2014), vivió una vida procelosa, literaria hasta el hartazgo. Hijo de Leopoldo Panero (1906-1962) poeta oficial del régimen franquista y de Felicidad Blanc (1913-1990) una actriz y escritora malograda, viuda y cabeza de una familia decadente de la burguesía española, quien según Juan Luís Panero, el mayor de sus hijos, los desbarrancó por el precipicio de la locura y el desasosiego.
El Desencanto (1976) filme de Jaime Chávarri, muestra las miserias de los Panero-Blanc, así como la descomposición moral del conservadurismo familiar que fue opaco reflejo de un tiempo pasado de aparente esplendor. Trashumante de sanatorios mentales, la muerte consumió el fuego de la locura poética inextinguible, que era Panero. Queda una poesía que evoca el malditismo de los románticos y la desesperación que trajo consigo la modernidad, dicha en un tono de elegía desgarradora y admonitoria. No hay expresión de mayor humanidad que entonar un canto a la medida de nuestras miserias. Vaya este poema en su memoria.
          El desencanto
In memoriam L.M.P
Los pasillos hondos y cóncavos de este panóptico largo, Profundo como una vagina oscura y platónica,laberíntica geografía turbulenta de noches perdidas.Los durmientes herrumbrosos, el sudario amarillento:El poeta ha muertoSu mirada torva libación de arsénico y ginebraconocedora de las exhalaciones, de las lubricidades de la muerte tiñosarascándose desesperadamente como un perroEsperando para dar su dentellada al cuello de caballoexquisito terciopelo del poetael hijo dilecto del desprecioel bastardo del obispo corrupto de báculo torcidoel casco de vaso roto en el último rincón de un prostíbuloel filo inextricable del puñal de la conjura que caerá sobre algún pecho en la hora de todas las resoluciones.Ha dicho adiós a las largas cenas familiares masculladasen la mesa servida solo para unoporque allí donde no se comparte la cena no hay familia;solo un hervidero de víboras, un criadero de escorpionesque ofrecen su festín de vidrio molido a los herederos.Ha muerto el poeta como ya sabéisHa dejado escrito en su testamento como última y expresa voluntad  un acto intransferibleque arrojen las cenizas por el retrete.
La mañana en que mamá echó los perros al ríoera de plomo, igual que su alma.Los mocasines descosidosexpiaban la agonía del padre.La esterilidad.El pueblo es cruel, sus corazones yertosson los respiraderos de Satanás.La mano que desciende las escalinatas de la muertey el llanto en nuestras manos rotas como un cálizlos cigarrillos que se encienden con la colilla del otro.La vida y sus diplomacias inútiles Eufemismos, las gotas dulces en el café envenenado.Nuestra dinastía poética, el blasón de los WittelsbachNuestro fin será nuestro principio.

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