La casa del panadero estaba arriba del horno, Adelina, sin pensarlo llamó, al rato le abrió la hija del panadero y le explico que su padre estaba grave en el hospital, que no sabían bien lo que le pasaba.
Adelina le comento que si podía ir a verlo, y la hija le dijo que sí que su padre se alegraría mucho de verla.
Al día siguiente, Adelina, se dirigió al hospital, subió a la habitación, el panadero, al verla se alegró mucho, su mujer estaba con él y no paraba de llorar. Le explicaron Adelina que no sabían lo que le pasaba, que era algo en el corazón, y que no tenían muchas esperanzas. Lo iban a operar al día siguiente.
Adelinina, saco del bolso una flor blanca y se acercó al panadero, le puso una mano en el hombro, y le susurro. “Mi deseo es que en tu vida no te falte la salud”
El panadero la cogió y se puso a llorar, y le dio las gracias de todo corazón, su apoyo significaba mucho para él. Adelina se despidió, diciéndole que se verían pronto en el horno., El panadero y la mujer se quedaron sonriendo entre lágrimas.
Al día siguiente, iban a operarlo, pero inexplicablemente, el hombre estaba mucho mejor, los médicos, no sabían lo que había pasado, y después de infinidad de pruebas, le dieron el alta.
En unos días, el horno volvió abrir, Adelina fue a visitar al panadero, él estaba, como siempre en el horno, haciendo cosas. La mujer del panadero se alegró mucho de ver Adelina, y la abrazo llorando. Era un milagro lo que había pasado.
El panadero cuando vio Adelina, la abrazo y no sabía cómo darle las gracias por su gesto. Ella le dijo que no hacía falta agradecerle nada, que su deseo era que la gente buena fuera feliz.