Dicen los sociólogos contemporáneos que todo sistema tiende al desgaste. El desgaste, o dicho en otros términos, el envejecimiento paulatino de las piezas impide a la lógica de la mecánica defender como el primer día el rugido de sus motores. De este modo, tanto los coches como los humanos, somos esclavos del deterioro. La metáfora organicista de Spencer nos lleva a extrapolar a las esferas societales los fundamentos de la biología. La convivencia humana no puede escapar de las reglas del deterioro. El amor como sistema se enciende con la emoción y se mantiene con la razón. A través del intelecto conseguimos frenar los caballos desbocados del declive y alargar en los relojes la lentitud de los engranajes.
Tanto la política como el amor viven enclaustrados en el castigo de la erosión. A través de la emoción, las palabras del político llenan el corazón de millones de desgastados por el vacío existencial que les produce la emulación de las clases ociosas de Veblen. El sí de la enamorada es el mismo voto que deposita el ciudadano a aquel político que ha conseguido despertar en los recovecos de su corazón las luces de su futuro. A partir de la emoción la convivencia pactada entre los enamorados comienza la cuenta atrás de su inevitable desgaste. La llama de la atracción necesita los argumentos de la razón para evitar que la combustión de sus troncos transforme el pacto del corazón en las cenizas del odio.
A punto de cumplir el medio año de aniversario. La relación idílica del pueblo con las siglas de Rajoy comienza a dar las primeras señales de agotamiento. La noche romántica de noviembre se ha convertido en las riñas constantes de la primavera. La magia entre el sueño de los votantes y las palabras de su cortejo se ha transformado en agua de borrajas estancadas por la rutina. Las mentiras de Mariano a sus enamorados han ido destruyendo día a día la emoción de la pareja. El amor sin el lubricante de la razón se convierte en un motor oxidado y ruidoso que día tras día va agonizando hasta que el día menos pensado te deja tirado en el arcén de la carretera. Después del amor. El arrepentimiento y la reflexión solamente sirven para acordarnos de lo necesario de sus cuidados mientras sigue encendida la llama de la emoción.