B tiene un año con ocho meses y sigue mamando, gracias a Dios. Hace tiempo dejó de ser lactancia a libre demanda. Si pide cuando está comiendo, hago que espere hasta que termine de comer. También espera si yo estoy ocupada, lo cual ocurre con frecuencia. Y no le doy donde me resulta incómodo quedar con las tetas al aire, ahora que se interrumpe y juega mucho más que antes.
La teta se ha ido desplazando hacia la cama: la toma para quedarse dormida, la toma o las tomas de la noche y la del despertar... esa última es la que más me gusta, pero a veces ya no la pide. Se giró una tuerca el día que abrió los ojos y dijo "mamá" en vez de "teta". Cambia nuestra relación y bueno... cuando el tema salió en la consulta con la pediatra, hace un par de días, me oí decir que estábamos en el proceso del destete, que no sé si llevará meses o años porque lo haremos a su ritmo, pero que estábamos en eso.
Hace unos tres meses se hizo evidente que muchas veces -durante el día- pide para asegurarse de que la teta y yo estamos disponibles. Si contesto algo como "aquí estoy para ti", no es raro que ella me mire, me sonría y se vaya a jugar... o que apenas me mire y se vaya, como si no hubiera pedido nada. Si se acerca a que la tome en brazos, más bien aprovecha para explorar lo que hay a esa altura o para hacer arrumacos. A veces lleva la boca a la teta pero no dura más que un segundo y pasa a otra cosa. No obstante, si le digo que me espere, puede empezar un "teetaaa-teeetaaaa-teeeetaaaa" multiplicado por un millón, en volumen bastante alto y tono imperioso; es el proceso de aprender a relacionarse con el mundo.
La teta sigue siendo analgésico, consuelo y apoyo; ya no "la usamos" para todo, pero para grandes males si es el gran remedio. Me preguntaba cómo haríamos cuando ya no la tuviéramos. Su desarrollo me va dando las respuestas.
Silvia Parque