El 21 de diciembre es el día más corto del año para el hemisferio norte del planeta. Desde el día siguiente la cantidad de horas luz comienza aumentar hasta la primavera, el verano, llegando a un máximo en el solsticio de verano, el 21 de junio.
Así que, desde el 22 de diciembre, a pesar del frío, la nieve o el hielo, cada día traerá consigo el gusto de unos minutos más de luz. No es poco. Nuestros relojes biológicos se rigen por estas cosas, y por lo tanto nuestro bienestar más primario.
Y de Januca ya conversaremos más adelante, no se preocupen.