Revista Talentos

El día que Ronaldinho llegó a Bolivia

Publicado el 19 enero 2012 por Perropuka

El día que Ronaldinho llegó a Bolivia

Ataviado con el poncho típico de Tarabuco-EFE

Me lamentaba en alguna ocasión que a este ignoto país no lo visita nadie, nadie relevante, al menos oficialmente. Si hasta el rally Dakar pasó a escasos kilómetros de nuestras fronteras. Al año que viene hay posibilidades, dicen los organizadores. Durante dos semanas el país entero, estuvo en vilo detrás de nuestro único representante todavía en competencia, rezando que le aguantara la moto: no nos defraudó, “El Chavo” Salvatierra, a pesar de arrancar muy mal en las primeras etapas, en el intermedio se repuso,  dando mucha batalla en algunos tramos. Al final se ubicó en el puesto 31 (de más de 100 corredores en la categoría) situado entre los primeros pilotos latinoamericanos y considerando las condiciones técnicas con relación a los pilotos europeos, lo suyo fue casi épico, ganándose el respeto hasta de los comentaristas argentinos, que son más proclives a resaltar lo suyo. Al año que viene, si el rally pasa por territorio boliviano, Salvatierra promete dar mucha guerra. Luego de la euforia y el consiguiente recuento de nuestro héroe, narrando sus peripecias ante la televisión; caímos otra vez en la desasosegante rutina, adormilados con nuestras miserias, escuchando el vuelo de una mosca. El hombre de estos tiempos no puede con su silencio. Sin fútbol doméstico que nos torture los sentidos, algo tenía que sacarnos de la modorra. A pesar de que llega en horas bajas, quizá en el ocaso de su carrera, sin embargo Ronaldinho todavía levanta pasiones, al menos por estas latitudes. Mucho más cuando hace unos días llegó a la capital boliviana, Sucre, la ciudad de los cuatro nombres, la más española de Bolivia, la cuna de la República. Nada más pisar suelo sucrense,  la delegación del Flamengo encabezada por el técnico Vanderlei Luxemburgo fue seguida con expectación por centenares de curiosos. Hasta el propio Gobernador del departamento se hizo eco, dando personalmente la bienvenida a Ronaldinho y obsequiándole un traje típico. No era para menos. Todos querían estar cerca del que fue,  pocos años atrás el mejor futbolista del mundo. Resulta que el cuadro carioca deberá jugar la próxima semana contra el Real Potosí, por la fase preliminar de la Copa Libertadores, pero considerando que el estadio potosino está ubicado a más de 4.000 metros de altura, los brasileños se tomaron en serio el asunto llegando con anticipación y estableciendo su campamento en Sucre, con un clima más benigno y a un par de horas de la ciudad de Potosí. Lógicamente se han pactado partidos amistosos con equipos locales para ver a Ronaldinho en acción, la asistencia de la gente está garantizada.

El día que Ronaldinho llegó a Bolivia

Foto: APG

Dicen que cuando Pelé llegó a La Paz con el Santos, reventó el Hernando Siles, marcó incluso un gol de chilena, como pude apreciar en un video. Eso es historia, cierta e indudable, pero no lo vivimos las nuevas generaciones. Ronaldinho no estará en las mismas condiciones, pero la imagen todavía fresca de sus jugadas permanece en nuestro imaginario: Nunca habíamos visto tanta exquisitez técnica, en los botines de un jugador que parecía calzar guantes, capaz de embocar en aros de baloncesto o pegarle al travesaño cuando se lo proponía, amén de sus innumerables regates y asistencias finas, incluso capaz de dar toques precisos con la planta del pie,  que no veíamos desde Sócrates, el maestro del taconazo. Qué frágil es la memoria y qué rápido nos invade la ingratitud. Los barcelonistas olvidamos a veces que,  Ronaldinho nos dio nuevamente el título de Champions que se estaba resistiendo desde 1992, incluso fue aplaudido por la exigente afición del Bernabéu, que se rindió ante sus pies, en una noche que Sergio Ramos y la defensa madridista no olvidarán nunca. Algo que ni Messi con sus constantes exhibiciones ante Casillas aún no ha podido lograr. Ronaldinho fue una supernova del fútbol. Un grande que no fue consciente de su grandeza. Sin embargo, pese a todo, hay algo que él todavía no ha perdido y lo vimos muy de cerca, aquí en Bolivia: su serena humildad, su sencillez,  su inquebrantable humanidad. 

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