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El colectivo queme depositó en Bermejo estaba atestado de trabajadores que regresaban a suspueblos de origen y rebosaba pestilente sudor. A pesar del “calor humano” enque viajábamos su interior estaba helado, por un mal funcionamiento de su refrigeración.Yo me repetía, para consolarme, que las incomodidades eran en realidad unaaventura y que estaban largamente justificadas. Al descender de mi transporte loscuarenta grados centígrados del verano norteño me provocaron un pequeño mareo. Resignándomea una futura gripe, encendí un cigarrillo para distraerme y evitar maldecir amis anfitriones y también a mí mismo por prestarme a un vía crucis de tormentossin gloria final. Todo por vender mis libros.Cuando mipaquete de cigarrillos estaba menguando llegó un taxi que me condujo a la casade la Presidenta de la Comisión de Damas. La mujer era una cincuentona queimpresionaba por la colección de joyas que la adornaban. Ella era disciplinadamentedelgada, amable pero distante. Me preguntó por las obras teatrales de estrenoen Buenos Aires, por las novedades de las librerías “repletas de títulos deautoayuda en mil diferentes formatos” – le describí. Ella asintió con deleite. Tambiénquiso que le hablara del clima y cosas por el estilo. Creo que hubiese indagadopor las novedades en boutiques y joyerías pero contuvo su curiosidad. Quizás tomaría esos temas después de los postres.Yo, por supuesto,me sentí un poco incomodado en el rol de recién-llegado-de-la-civilización enque estaba encasillado. Siempre tuve una relación conflictuada con la ciudad. Aprovechohasta excusas ridículas para alejarme de ella. Cuando me invitaron a presentar enBermejo mi ensayo “Perfecta Identidad Entre Vida Y Versos en La Poeta” me sorprendí,había algo surreal en el llamado a estepequeño pueblo fronterizo pero necesitaba cambiar de aire y de geografía. Confieso,además, que mi libro se vendía poco y nada. Una obra así solo interesa aespecialistas. Estos fueron mis motivos para aceptar la invitación.Antes de almorzarmi anfitriona me informó que la presentación se pospondría un día, demorada porproblemas de organización. A través de frases amables cuajadas de citas con declinacioneslatinas que me recordaban mi adolescencia sometida por las sotanas de misprofesores, fui invitado a permanecer en Bermejo durante un día más. Tenía ahora el resto del día libre y hubiese salido a conocer las calles inmediatamentesi el fuerte sol no me hubiese desalentado completamente. Al atardecer escapélo más amablemente que pude de la elegante y antigua casa y comencé a pasearpor calles de tierra. Bermejo sufre una increíblemiseria típica en muchos pueblos de economía extractiva. Ya sea petróleo uotros minerales, ciertas riquezas parecen destinadas a marcharse sin dejar másque pobreza en los sitios que las han ocultado. Acabé deteniéndome en un bardiscreto. Algunas personas me observaban con confianza, como sabiendo quienera, “aquí las noticias corren rápido”-pensé, carente de originalidad.Mi cena fueinvitada por el dueño del local. El hombre, un morocho de ojos achinados yconfianzudos, me invitó luego una cerveza y se sentó a mi lado. Después deescuchar atento mi discurso sobre La Poeta, me dijo que en época de sus abuelosrecorría la región un medico ambulante que sanaba la locura extrayéndola de lascabezas enfermas gracias a un pequeño puñal de plata boliviana. A veces sacaba piedras(pequeñas pircas las llamó), a veces pájaros, porque la naturaleza del maldependía del sexo del paciente. Luego se ofreció, me obligó casi, a acompañarlopara enseñarme una misteriosa reliquia que no quiso nombrar pero consideraba imperiosoque yo conociese. Calculé que en casa de mi anfitriona bien podía aguardarme unrosario en latín o un rosario de preguntas sobre las novedades de la calle Corrientes.Por eso, aunque me sentía un poco cohibido frente su trato invasivo, loacompañé.Caminamos unaspocas calles de tierra hasta una pequeña casa de madera casi escondida en mediode dos inmensos árboles que se mecían al ritmo constante del viento. La dueñade casa era viuda y vivía sola. Una anciana mestiza que se entretenía con unpar de gatos, una huerta y con el sueño perenne de que el cartero trajera hastasu puerta cartas de sus hijos emigrados a la ciudad. Me hizo cenar nuevamente, ymientras yo comía me habló de sus hijos, como esperando que en algún momento ledijese que los conocía o al menos los hubiese visto alguna vez, caminar por lascalles de Buenos Aires. Desengañada pero desahogada, terminó decidiéndose aexponerme la historia y características de su tesoro.En Bermejo hubo,hace ya muchos años, una extraña devoción hacia el cadáver incorrupto de unaniña, de una adolecente casi. El cuerpo fue adorado en la iglesia del pueblo,depositado en una caja de cristal hasta que (divergen aquí las versiones) losmilitares o un incendio lo destruyeron todo. Se desconoce el nombre de la chicaconocida por el sencillo mote que la definía: “Santa”. Su única seña personal fuesu diario, colocado junto a ella en la urna en que era exhibida y adorada.Lahistoria de la Santa nos narra que el cuerpo apareció tras una espectacularinundación que provocó destrozos tanto en el pueblo como en su cementerio.Parece imposible, entonces, que el cuaderno fuera encontrado con ella.Seguramente estaba en manos de alguna familia, quizás parientes de la muerta. Tambiénes posible que el diario no le perteneciera pero éste tiene ciertascaracterísticas extravagantes que convencieron a los devotos a depositarlojunto al cuerpo. Cuando la iglesia fue destruida y el cuerpo desapareció, unvecino, marido de la anciana que me informaba, rescató el libro. Desde entoncesella lo había custodiado. El problema del diario reside en que nadie nunca haentendido lo que está allí, escribiéndose. Si, extraña expresión.Pero es la adecuada. El cuaderno es un pequeño volumen de no más de cien hojasconfeccionadas en tela. Un volumen gris desde sus páginas a sus tapas,cualquiera haya sido su color original éste se ha esfumado hace mucho tiempo. Repleto desde su primera hoja hasta laúltima, incluso invadido en sus márgenes, de un texto sin principio ni fin,manuscrito con letra pequeña e ininteligible. Los caracteres de esa escritura meeran desconocidos por completo. Pensé en alguna lengua europea o, menos probable,en algún idioma aborigen. Observé el papel detenidamente sin poder entendernada. Cuando la vieja mujer comprobó mi resignación continuó hablando. El libroes incomprensible. Todos los esfuerzos por decodificarlo han sido infructuososy eso no es lo más extraño. Lo sorprendente es que el texto está aún enconstante escritura. Con los años el escrito va cambiando de alfabeto yprobablemente también de sentido. Se razona que su autora (considerada como unano-muerta) aún continúa anotando en él sus experiencias ultraterrenas. EnBermejo todavía se cree, como en muchas regiones atrasadas, que los espíritusexisten en un plano aislado del de los vivos porque ambos universos se contraponen,compartiendo una naturaleza especular. Como estas dimensiones son inversas entodos los sentidos, los deseos e intenciones de los muertos son inaccesibles ala traducción. Imposibles de conceptuar aunque haya ciertas percepcionesdifusas sobre su presencia. A pesar de este pesimista juicio los vecinos han tratadode utilizar locos para su decodificación, porque se los considera en contactocon la contracara oscura de nuestro mundo. Más allá de algunas ingeniosasfabulaciones nadie jamás pudo explicar el texto. La anciana que lo custodia tambiénintentó leerlo, ya que así se lo habían sugerido, guardándolo durante años bajosu almohada para poder entender su mensaje en sueños, sin éxito alguno.Quienes confíanlos misterios de su vida a las mediciones exactas de la ciencia proponen que ellibro no puede ser leído. Que su papel o su tinta, también de origen vegetal, estáncontaminados por un hongo que provoca las mutaciones en su grafía. Estaexplicación es dudosa porque no da cuenta adecuadamente de la persistencia delos caracteres, definidos aunque incomprensibles, y en continua evolución.Tomando encuenta el estado de su autora, esta escritura bien podría definirse como unalengua muerta. Causa gracia la ironía pues el discurso de la Santa esta siemprevivo, siempre expresando algo nuevo aunque nadie sea capaz de descifrarlo. Enrealidad, todo texto cambia según la forma en que sea entendido por suslectores y estos son potencialmente infinitos. Por ende todo texto seriainfinito. Pero en este caso lo es por voluntad de una mano muerta, queencerrada en alguna forma vencida de conciencia, continúa creando sentido desdeotro universo aun inalcanzable para nosotros.Las diferentesfacciones religiosas que compiten por la salvación de las almas en Bermejo considerana la autora del diario un alma condenada. Así explican su actividad deultratumba. Dicen, también, que el diario es la prueba de la maldición queespera a quienes no sigan los preceptos del plan divino. El diario esinterminable tanto como eterna la condena de quienes no se arrepienten. Hay aúnotras interpretaciones. Algunos plantean que la escritura misma del diario esel castigo de un alma ebria de vanidad, condenada a transcribir eternos einfinitos suplicios o una, ya inútil, confesión eterna. Su contenido es unmisterio para nosotros y quizás también lo es para el alma que lo sufre, ciega ensu prisión. Otros pastores de almas plantean que el diario en sí mismo es undemonio seduciendo las mentes de los bermejeños. Las tentaciones no seríanefectivas si conociéramos su objeto. El cura del pueblo llegó a comparar estediario perpetuo con el de Ana Frank, otra pecadora, encerrada en su propioinfierno por descreer del mesías.De niño sufrídislexia. Tuve suerte de que mi mal fuera leve y mis padres consiguieroncurarme haciéndome copiar durante meses largos párrafos. En esos años despertaronen mí interior serias dudas sobre el proceso por el cual el pensamiento se comunica.¿Cómo es posible aceptar que las ideas que han navegado confusas en la mentesean exactamente las mismas que luego vemos plasmadas en el papel? Seguramenteno son idénticas. Escribir es un acto imperfecto. Se elige un pensamientotratando de desechar otros que quedan silenciados. Pero nuestra decisión nostraiciona. Siempre hay algo no escrito que nos acecha aun detrás de nuestraspropias letras. Tratamos de alcanzarlo, guardamos la esperanza de que seesconda en el desenlace del escrito pero nunca podremos hallarlo. El diariofunciona como un texto infinito en el que todas las ideas de un ser acabaranpor ser expresadas, gracias a la infinita capacidad narradora de su enigmáticaautora.Bermejo se interesódurante años por el inaccesible secreto del diario perpetuo. Finalmente elpueblo se aburrió de él, lo olvidó, lo tomó a chiste. Dicen que es como unperiódico. Lo que leas te llenara de asombro pero no entenderás que es lo queverdaderamente ocurre. Siempre parecerá actual. Siempre será anacrónico.Es extraño queel alfabeto en que está escrito varíe. ¿Qué misterio señala su perpetua mutación?Quizás las almas conserven la lengua del principio de los tiempos y esta hayasido única pero en cíclica e infinita variación, tal como es móvil laimaginación de los hombres. La condena bíblica puede haber consistido en quebrarese lenguaje líquido en diferentes idiomas que debilitaron tanto el pensamientocomo las esperanzas de sobrevivir sin organizarse en naciones, religiones,clases.Mientras rumiabaestos pensamientos la anciana calló, resignada por mi silenciosa confusión. Envolvióel volumen en un viejo lienzo y mientras me levantaba para marcharme no pude resistirmea pedirle que me sirviese un vaso con agua. Ella se retiró para cumplir mipedido. Yo aproveche ese momento de soledad para tomar el diario de suenvoltorio y poner en su lugar, oculto bajo la tela, un ejemplar de mi Ensayo,de idéntico formato. Bebí y luego me retire velozmente.Al regresar alchalet de la Presidenta del Club de Damas de Bermejo me mostré consternado por darlela mala noticia de mi inmediata partida. Me sentía enfermo. Quizás sufriera unaintoxicación por beber el agua, poco salubre, del lugar. Dije que teníaproblemas laborales y debía presentarme en mi puesto en la facultad de Letras. Sugerítener un familiar gravemente enfermo. Di todas estas excusas y las mezcle detal modo que, sonrojada por la ofensa, no pudo más que llamar un taxi que me llevóhasta la Terminal.Desde queretorné a mi hogar no hice más que estudiar el Diario. Lo analicé durantesemanas y aún no he hallado su oculto sentido. Siento que hay en él un mensajede complejidad infinita, pero que, por estar escrito, ha de ser inteligible. Meobsesionan ahora las viejas preguntas, los viejos axiomas de la poesía y elarte. Quien escribe resigna un pedazo de su existencia a cambio de construir untexto vivo, libre. Este diario está siendo permanentemente escrito por alguienque no tiene más entidad que su propia obra viva, infinita y eterna.Veo a la Poetaenunciando que debía fijarse la mirada en la rosa hasta que desapareciese todoel universo alrededor. Esa es la más coherente definición de poesía que heleído jamás y tengo la prueba tangible de ese compromiso apasionado aquí, entremis manos.No he salido demi casa en más de un mes. Pedí, y no obtuve aun respuesta, una prolongación dela licencia que me fuera autorizada para mí ya remoto viaje a Bermejo. Misnoches no conocen el sueño porque durante sus horas observo, con fijaciónencantada, las hojas escritas esperando comprender su mensaje en los momentosen que muta la grafía apretada y concienzuda. Las letras mueren y nacen talcomo el movimiento de las aguas de un rio. Es un espectáculo bello ymisterioso. Pero aun todos mis esfuerzos resultaron vanos.Han pasado yavarios meses de estudio sistemático y obsesivo. Ya no han vuelto a llamarme dela Universidad y agradezco el olvido. Quizás nunca pueda salir a ver el solnuevamente. Hubo días en que he considerado que debería quemar el diario, pero séque no lo hare jamás.Como lector séque hay en él un mensaje que me pertenece. Pero también sé que no me atrevo acomprenderlo.
LOS COMENTARIOS (2)
publicado el 04 septiembre a las 00:29
la historiade anna frank es zuper interecante
publicado el 04 septiembre a las 00:28
no le entiendo