La onda expansiva, por Raúl Rentero
Antonio Fernández, el nuevo director deportivo del Málaga, ha “desvelado” las claves de su estrategia en una entrevista a Diario As con un discurso moderado pero optimista.
Bueno es, para empezar, no tirar cohetes para no inyectar al mundanal seguidor una esperanza que pueda ser dilapidada con una copita de anís del Laudrup a las primeras de cambio. Primero reflexión y análisis, ha venido a decir; luego disparo y contundencia.
Casi al mismo tiempo, interés bipolar mediante, se ha filtrado a la prensa que el Málaga C.F. está sondeando la posibilidad de incorporar como cedido hasta final de temporada a Mamadou Diarra, pivote “sin estrenar” del Real Madrid. Como decía Adolfo Suárez, “puedo prometer y prometo” que el martes, viendo el partido de los blancos en el Amsterdam Arena me vino semejante cuestión a la cabeza. Que Diarra podría ser un buen fichaje para el Málaga. Pero el otro. Lassana Diarra, más conocido como Lass.
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Lass siempre me ha parecido un jugador desaprovechado. Llegó a un Madrid que adolecía de un jugador como él, hizo un par de buenos partidos (lo que sirvió para que la prensa de la “tabla redonda” lo comparara con Maradona) y se diluyó como la estrella fugaz que holla el firmamento. No es un jugador eminentemente defensivo, como el malí pretendido, sino que es capaz de darle verticalidad al sistema. Y no creo que a Florentino, siempre iluminado por el marketing de la Guía Campsa, le cueste demasiado deshacerse de él. El fichaje de Lass tiene varios inconvenientes.
Que es un jugador codiciado y dentro de una supuesta puja en lonja otros clubes, quizás de más entidad que el Málaga, pueden aspirar a contar con sus servicios
Que es un jugador que, tácticamente, sí puede ser un “chico Mourinho” y quizás el portugués se niegue en rotundo a venderlo (tal es así, que incluso se ha planteado la posibilidad catenaccia de que entre en el once madridista para el Clásico sustituyendo a ¡Özil!)
En todo caso, no creo que sea una misión imposible. El puesto de mediocentro en el Madrid está saturado de sales minerales, léase, Gago, Canales, Kaká, Granero... posibilidad esta última, la del Pirata, que sería incluso más digna de estudio que cualquiera de los dos Diarras.
Seguramente, sea este asunto del mediocentro el que menos quebraderos de cabeza pueda traer al nuevo director deportivo. Los hay a patadas, porque es un puesto que cada equipo cubre con siete u ocho jugadores, y seguro que saltarán como percebes a la red al abrirse el mercado de invierno. Ahí está también Marc Crosas, jugador desaprovechado en el Celtic de Glasgow, salido de la Masía blaugrana. Con 22 años, aún acecha sobre él una opción de recompra por parte de la directiva barcelonista, la cual, estoy seguro, no vería con malos ojos que el centrocampista catalán regresara a una liga más competitiva que la escocesa.
En realidad, el verdadero problema es encontrar en el mercado de invierno un lateral izquierdo, un delantero de garantías y un portero. Esos puestos no deberían cubrirse a la ligera para salir del bache. El lateral izquierdo, sobre todo los que tienen proyección en ataque, se cotiza a precio de oro. Tal es así que, por ejemplo, ésa es la única mácula que le pinta el mantel impoluto a Guardiola (se entiende, Eric Abidal). Tal es así, insisto, que la cotización de Gareth Bale, interior del Totenham, rebasa los anillos de Saturno. El lateral idóneo que podría dar un plus de calidad a cualquier equipo, se marchó, incomprensiblemente, al Olympiakos este verano y se llama Albert Riera. Cosas del fútbol (y de la pasta griega)
Sobre el delantero de turno, la búsqueda se hace más escabrosa. Los remiendos invernales suelen llegar de Sudamérica y, ya se sabe, los futbolistas argentinos, chilenos, brasileños... necesitan al menos unos cuantos meses de adaptación (en muchos casos el tiempo suficiente para descubrir todos los garitos nocturnos de la nueva ciudad). Los delanteros de calidad que quedan libres o en venta para enero, normalmente, suelen oler a chamusquina. Puntas que no rascan bola en sus clubes y que vienen con los cuernos quemados, sólo ávidos de venganza contra sus ex-equipos. Es lo que se dice, echar un tiro al aire y ver si cae donde está la suerte (la buena, claro). Tenemos ahí a Cassano, apartado de la Sampdoria, un futbolista talentoso que seguramente tenga empapelada la habitación de su casa con pósters de Eric Cantona. ¿Traer a Cassano, preguntan? Es cuestión de saber qué valor le damos a nuestra cabeza, pues es jugar una timba a la ruleta rusa.
Y qué decir del puesto de portero. Como dije, que un equipo busque en enero un guardameta, es como el chiste del colmo de la fuerza: doblar la esquina. Se baraja la posibilidad de traer a Sandomiersky, el portero de la selección polaca. En ese puesto no existe lo “bueno, bonito y barato” y no dudo de que Sandomiersky sea la opción más asequible en las circunstancias actuales. Pero si me dan a elegir, yo optaría por trazar otro camino. Aguantar con lo que hay (que no es malo) hasta junio y apretar las clavijas al Atlético de Madrid por Sergio Asenjo. El ex del Valladolid está pasando las de Caín en el equipo colchonero, no sólo por la lesión que lo ha tenido apartado tantos meses, sino porque inesperadamente ha surgido por generación espontánea un portero “de la casa”, De Gea, que le ha cortado la proyección de raíz. Cierto es que fichar a Asenjo sería una inversión costosa pero antes que fichar a un portero polaco (y lo digo sin ánimo peyorativo) yo echaría el resto por el meta atlético. Si finalmente De Gea no recala en el ManU, como dicen las malas lenguas, los dirigentes rojiblancos no tendrán más remedio que buscar una salida honrosa para su suplente de lujo, que está calentado el banquillo del Manzanares con demasiados billetes en desuso.
Pero como dije, todo es opinable; lo único que tengo claro es que Antonio Fernández, ya etiquetado como “el descubridor de Alves”, tiene una dura y ardua tarea por delante. La más difícil de todas, la de mantener la cabeza serena. No le falta experiencia en estas lides. Alegrémonos por su bienaventurada estancia entre los que tienen fe.