El dios de los animales

Publicado el 13 noviembre 2012 por Elcreadords

Alice Winston es una joven de 12 años que vive  en Desert Valley, Colorado. A sus doce años, esta  niña tiene que lidiar con el hecho de que una de sus mejores amigas, Polly Cain, es hallada muerta en el canal. Por si esto fuera suficiente se especula que su compañera, mantenía una relación con el señor Delmar, profesor que está implicado en la muerte de la niña.
La situación familiar en la que se encuentra Alice no es mucho más prometedora: tiene un padre obsesionado con sacar adelante el rancho de crianza y competición de caballos que va irremediablemente a la ruina, una madre depresiva que un día se levanta y decidie volver a la cama para nunca más levantarse, y finalmente una hermana llamada Nona que se fuga con el primer vaquero que pasa, dejándola con un sin fin de problemas para la edad que tiene.
En el proceso por salvar el rancho, conocerá a una chica adinerada llamada Sheila Altman que se convertirá en la tabla de salvación económica para la precaria situación familiar, siendo la protegida del padre de Alice en torneos hípicos y cuidados equinos. En el transcurso de la historia, comenzarán a producirse una serie de llamadas telefónicas de nuestra protagonista con el señor Altman, llegando incluso a establecer una serie de lazos fuera de la relación profesor-alumno. Para empeorar las cosas, su padre se convertirá en el “títere” de las mujeres adineradas que van allí a pasear y a enseñar sus “juguetitos equinos”, especialmente para Patty, una mujer que estará muy interesada en la labor del progenitor de  Alice.  No hay nada peor para una adolescente que ser invisible, que los problemas de los demás eclipsen los tuyos propios, cuando lo único que necesitas es ayuda, una tabla de salvación, un sustento. Algo a lo que poder agarrarte  para no caer en el caos familiar en el que te encuentras.
He de decir que Ambar me ha vuelto  a impresionar. Lejos de la frescura, los diálogos fáciles y las historias  románticas a las que acostumbramos, esta vez, me he visto delante de una historia con mensaje y transgresora en su estilo. No pretende agradar, simplemente mostrar una realidad  que podría estar en cualquier hogar.
Alice es una chica con una situación familiar bastante mala, tiene que estar al frente de una familia que se está desmoronando sin remedio. Con una madre depresiva y un padre obsesionado con la marcha de su hija Nona, y la  extrema situación de su rancho. Su amiga acaba de morir en extrañas circunstancias y  se siente más sola que nunca.
Una de las cosas que más me ha gustado de este libro, han sido las reflexiones a modo de conversaciones telefónicas con el señor Delmar. La soledad de ésta le lleva a entablar una relación con el sospechoso de asesinato de su amiga, que pese a lo peligroso que pudiera resutar,CREO QUE ES UNA DE LAS MEJORES PARTES DEL LIBRO, ya que en esas conversaciones podemos ver a una protagonista destrozada por su situación,  que se siente sola, y que pese a ello tiene un potencial personal impresionante. Las conversaciones y las preguntas que se realizan el profesor y la alumna, le sirven para madurar en muchos  sentidos. También encontramos otros valores como la amistad. Pese a que la protagonista se siente traicionada por su padre con la aparición de su nueva apoderada Sheila Altman, entre ellas se va forjando una amistad peculiar, pero sincera. La figura de los caballos en la historia es CRUCIAL y muy acertada, ya que a modo metáfora la autora nos lanza una reflexión donde nos llegaremos a preguntar esta cuestión:
¿En ocasiones no pueden ser  más humanos y  fieles los animales?
La evolución de la historia es irregular pero controlada, veremos una situación familiar mala, una mejoría económica con la aparición de Patty, y finalmente un desenlace crudo pero necesario.
Hay un momento en  la historia en que Alice tiene un conflicto personal, llegándose a plantear a utilizar a  las personas, para vengarse o escapar de su frustración por todo lo que le ha sido negado. Su final ha  sido uno de los que más me ha impactado,demostrándome que un final triste bien justificado, puede ser tan válido como un final felíz ,sin mermar por ello en su belleza.