El doctor Emoto empezó hace 10 años a fotografiar cristales de agua en el momento de la congelación, y desde ese entonces no ha parado. Lo que descubrió en un primer momento es que ciertas expresiones de ánimo podrían quedar reflejadas en la belleza de la estructura del hexágono de hielo -o nieve-, y que la forma de los cristales dependían de la pureza de la muestra de agua, de su origen, de la música que había 'escuchado' o de los patrones vibracionales a los que se había sometido. Desde su primer libro, Mensajes del Agua, Emoto ha escrito varios ensayos más, todos acerca del mismo tema: las propiedades curativas, espirituales o sobre la información que puede aportar el agua -sobretodo al atender al dibujo, significación, o perfección de la geometría de sus cristales en el momento de la congelación. En el presente caso nos encontramos ante una aproximación a la relación entre el agua y la salud: el poder curativo del agua. En este estudio, además de repasar lo expuesto anteriormente en otros libros, encontramos capítulos dedicados a las técnicas de fotografía de los cristales de agua en el momento de congelación, planes y desarrollos para posteriores estudios, la relación entre el agua y la salud, las propiedades curativas del agua de diversos manantiales, un repaso al trabajo llevado a cabo por Edward Bach -creador de las Flores de Bach-, o a los estudios de Hahnemann con la homeopatía. Con todo, lo más sugerente del libro sigue siendo la belleza de las imágenes de los cristales de nieve que presenta. Los textos de los capítulos, si bien son sugerentes y llenos de ideas interesantes, no llegan a concretar o a agotar el tema que plantean, quedándose en ideas e información que el lector puede asumir y seguir investigando por su propia cuenta. La temática central del libro, la relación entre salud y agua también es de lo más apropiada, pues como suele decirse 'no tan sólo el Planeta, sino nuestro propio organismo está formado en un 70% por agua'; y de aquí la máxima atención que deberíamos prestar a este elemento a sus propiedades curativas y a mantener su limpieza. En la antigua ciudad japonesa de Kyoto hay un templo dedicado a venerar la pureza el agua. No sería una mala idea de que esta iniciativa se trasladara también a Europa, en un mundo en el que se dice que la última guerra será una guerra por el control del agua.