EL DON
El día que se acabó la tinta delbolígrafo azul fue uno de tantos. No hubo de antemano ninguna señal que lediera una pista de que se avecinaba el desastre. Ni el cielo estaba gris ni losastros se habían conjugado en su contra según decía la vidente. Solamenteocurrió.Se encontraba en medio de unahistoria estupenda. Las frases, las perífrasis, los capítulos, todo había idosaliendo con la fluidez mágica de la tinta y su propia curiosidad por conocerel desenlace hizo que se sintiera huérfano, como si colgara de un precipiciotodo el decorado que había construido con el ritual de cada página.Se sentó a la mesa, cerró losojos apretando los párpados, pero no pasó nada. Cambió varias veces de pluma,probó incluso con los lápices, pero no lo consiguió. El hechizo parecía haberseesfumado, las novelas del futuro habían quedado para siempre en el úteromaterno de la imaginación desperdiciada. Había perdido su don.