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El don de la vergüenza!!

Publicado el 17 marzo 2011 por Leiman

El don de la vergüenza!!

Mi compañero de maestría Matías Palmeyro, que aparte de tocar muy bien la viola  la tiene clara escribiendo, me compartió un muy buen ensayo sobre “El don de la vergüenza” (de su autoría!!!) que no puedo dejar de compartir con Uds. Es un poquito largo pero vale la pena!!! ;)

Aquí va:

Si buscamos el significado del vocablo “vergüenza”, podemos encontrar referencias como “sentimiento ocasionado por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa o humillante”. Otro concepto del vocablo que se puede encontrar es “La vergüenza (también llamada pena en algunos países centroamericanos y caribeños) es una sensación humana, de conocimiento consciente de deshonor, desgracia, o condenación”. Creo que todos estaríamos de acuerdo en tener como base a estos conceptos, en los que se habla de sentimiento derivado de la toma de conciencia de una situación deshonrosa, humillante o de condenación. Entonces podríamos decir que todos los seres humanos son susceptibles de sentir vergüenza, aunque no todos en verdad la sienten o experimentan; o al menos no la experimentan a partir de los mismos detonantes. Esto puede observarse fácilmente cuando uno compara concepciones culturales, ya sea que uno compara la cultura de un mismo lugar en diferentes momentos, o bien que compare culturas contemporáneas entre sí, pero de distintas áreas geográficas, etnias y demás factores que pueden incidir en la cultura y en las interacciones de la gente. En algunas culturas, como la Occidental, sería motivo de vergüenza el eructar audiblemente durante una comida o mientras se está a la mesa (y mucho más si es en una comida formal) sin embargo en culturas como la de países Árabes donde no sólo que no sería descortés, sino que indica la saciedad del comensal. Así definida, la vergüenza estaría más relacionada con interacciones sociales y culturales antes que como un fenómeno Intrapsíquico. Podemos inferir entonces en que la vergüenza se aprende, y no viene incorporada en las personas per se. Es una característica que se aprende, ya sea por imposiciones culturales o interacciones sociales; y qué mejor “interacción social” que la educación. La educación entendida no cómo el conjunto de conocimientos impartidos formalmente en Establecimientos Educativos, sino en su sentido más simple, en el sentido de la educación familiar, la educación predicada desde el ejemplo.

En la Argentina de hoy se ve mucho “sin vergüenza”, y me refiero con esto a mucha gente que no se avergüenza de acciones dignas de sentir vergüenza; yendo desde el que arroja un papelito en la calle hasta el que por nada va y mata a otra persona, y en el medio están los que roban, los que arman negociados, y por qué no los “poco serios” etc. Tampoco se puede poner todos en una misma bolsa, sin embargo, cada quien con la ponderación que corresponda, les falta vergüenza, les falta ese Don. Pero, ¿cómo van a sentir vergüenza de algo que ven como normal? Al tipo que tira un papelito, seguramente le pasa que vio a miles hacer lo mismo. Al que “mata por nada”, probablemente se crió en un “hogar” en el que eso era moneda corriente (Vale aclarar que de ninguna manera trato de justificar acciones como homicidios; cuestiones de este tipo deben ser tratadas mucho más allá de una concepción de “vergüenza” –experimentada o no por un asesino-haciendo uso de todo el peso de la ley; simplemente es para ir a los extremos de los casos). Y así, caso a caso, cada uno por su lado, todos experimentan la falta de vergüenza. Pero como dije antes, la vergüenza es algo que debe ser aprendida, desde algún lugar. En gran parte de los casos me animaría a decir que se aprende desde los padres, es decir, se aprende a ser susceptible de detectar casos en los que la vergüenza debería reflejarse. Pero en definitiva, se aprende desde el ejemplo, desde un amigo, un jefe, un compañero de escuela, estudio o trabajo, etc. En muchos de los casos en que se aprende de los padres, luego en un contexto distinto al de aprendizaje terminan por tirarse por la borda los “avances” realizados en la materia. Con esto me refiero a casos en los que individuos formados para sentir vergüenza ante ciertos hechos, dado un cambio de contexto, o una modificación cultural vean que este hecho ya no tiene validación para ser razón de sentir vergüenza. En algunos casos esto puede ser inocuo quizás (se me ocurre el caso de una mujer de 30 años de edad que no estuviera casada hace 60 años, y lo que ocurre hoy en día con una mujer de esa edad en las mismas condiciones). Sin embargo, en tantos otros casos esa modificación cultural o contextual con la capacidad de cambiar “concepciones vergonzosas” pueden hacer mucho daño.

En la Argentina de hoy ya no da vergüenza una gran cantidad de hechos y situaciones que sería deseable que sí den vergüenza a sus protagonistas. Hay uno de ellos que me gustaría destacar, que es la ignorancia. No la ignorancia entendida en términos generales como aquella característica de alguien que desconoce acerca de algo (o de muchas cosas), sino la “ignorancia no esperada” que es aquella característica propia de quienes, debiendo conocer algo (ya sea por formación, especialidad, ocupación o experiencia) lo desconocen, y claro, no les importa (de ahí la falta de vergüenza). Esta característica puede tener consecuencias nefastas para todos aquellos que rodean al “sin vergüenza” y más aún para quienes están por debajo de él en la “línea de mando”. Así es deseable que no sean sujetos de “ignorancia no esperada” miembros de Directorios de Empresas, Presidentes de Empresas, Directores de Escuela, Miembros de Fuerzas de Seguridad etc. Pero principalmente, y fundamentalmente miembros de Gobiernos. Gobiernos Nacionales, Provinciales y Municipales, tanto Judiciales como Legislativos y Ejecutivos. Con esto no quiero decir que un Gobernador, por ejemplo, debe ser un especialista en cada área de Gobierno; él sólo debe entender cada área de Gobierno, la cual debe a su vez ser dirigida por alguien que sí sea un especialista en la Materia. Claro que es más complejo que eso, pero la idea es que quien haga las veces de especialista (siendo Ministro, Subsecretario, Secretario, Asesor) SEA un especialista en verdad. Asi el Gobernador debe ser especialista en “ser gobernador” y el Ministro especialista en ser Ministro…….y asi sucesivamente, de manera que los empleados administrativos también sean especialistas en lo suyo, y los de limpieza en lo suyo. Ser especialista cada uno de lo suyo no debe acotarse a puestos ejecutivos, en cada organización cada uno debe ser especialista en lo suyo. Además vale aclarar que ser especialista no quiere decir saber todo, sino saber todo lo necesario para cumplir satisfactoriamente con las responsabilidades de cada puesto, y cuando no sean suficientes los conocimientos, que aunque sea por vergüenza, uno se movilice para adquirir esos nuevos conocimientos necesarios para seguir cumpliendo satisfactoriamente las responsabilidades.

Las implicancias y efectos nefastos de la “ignorancia no esperada” junto con la falta de vergüenza no se limitan a la actividad pública. Al estar relacionadas en la honestidad profesional, es propia también de la actividad privada. Así tenemos médicos que se dedican a recetar drogas con claros efectos adversos para quienes las consuman (aquellas para adelgazar con efecto rebote, y por qué no algún tratamiento para el dolor que tenga un “poquito de morfina escondida”…..lo dejo a esto acá porque se está desviando hacia la línea de la legalidad), también tenemos a los abogados que desconocen leyes, a Ingenieros que no hacen cálculos de estructura……..etc etc etc. La cultura del “así nomas” se está apoderando de nosotros y del futuro de nuestros hijos y las demás generaciones venideras. Está presente en ya demasiados ámbitos…tantos que la vida es tomada “así nomas” en todo sentido. No se está a salvo por ideología política, partido político, color, raza o credo; es igual para todos…..

En este tipo de cuestiones los resultados se palpan cuando los cambios se dan en forma agregada; sin embargo, el cambio se empieza a dar individualmente. Algunos están ya perdidos, y no sentirán vergüenza por nada. Sin embargo, muchos de nosotros, los que fuimos educados para sentir vergüenza, debemos empezar a tratar de sentirla y a hacer que a los demás también la sientan cuando la situación así lo amerite. Es cuestión de que seamos conscientes de que la vergüenza es un DON y no un mero sentimiento.

Por Matías J. Palmeyro.-


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