Judging people on how they dress is both absurd and unfair, but who said the world was fair?
Hace unos minutos leia en Facebook a una chica que estudió conmigo y comentando cómo podía ir vestida para una entrevista en Estocolmo, donde estos días no para de nevar. La gente le aconsejaba no dejar los tacones en casa, calzar botas y hacer el cambio a la llegada a la compañía. Es una cosa que veo muchisimo en Londres, tanto en oficinas como en restaurantes, increible. Una señora toda mona llega con sus deportivas de correr por las mañanas y una mochila feisima que si me apuras tiene pulgas y por supuesto no pega nada con lo que lleva. Pero llega al restaurante (u oficina) se calza sus tacones (no siempre insultantemente altos, a veces de 5 centímetros o 6) y deja la mochila a unos metros con sus deportivas y como si la cosa no fuera con ella. Y como si esa fealdad no fuera suya. Pero si yo la he visto llegar, yo conozco sus debilidades, ¿¿porqué ahora mira desde lo alto, desafiando a la humanidad, desprendiendo arrogancia cuando la hemos presenciado con sus "pintas"?? Es el poder del dress code, el vestir adecuadamente, es decir, que lo que quieres transmitir de ti esté acorde a tu escote, tacones, marca y por supuesto, al protocolo de la empresa. A partir de ahi puedes ser altiva o accesible, tímida y gris o atrevida y todo pasión. No hará falta ni que hables, los demás ya se encargan de juzgarte antes de que te presentes personalmente.
¿Y ahora que me pongo yo para causar una buena primera impresión? Eso mismo me preguntaba yo minutos antes de pasar mi primer día en el lado oscuro.
¿Suficientemente gothic? I think so, for me...