El otro día estaba leyendo “The Art of Writing” (El arte de escribir) de Robert Louis Stevenson (sí el de La Isla del Tesoro). Descubrí a un persona profundamente culta, bien versada en literatura y con muchas cosas que decir (que ya compartiré aquí).
Pero también descubrí a otro más que pasó por el efecto muelle. Consiste en que te pones a trabajar en tus sueños y te sientes progresivamente empequeñecido. Es como si alguien te estuviere aplastando la cabeza escachándote hasta la altura de un niño de 3 años, variedad llorica insoportable.
¿Quién me mandaría a mí escribir una novela? No se me ocurre nada. Este cuadro es una porquería. Esta empresa es un chiste, lo que se van a reír en el banco cuando no les pague…
Y lloriqueos similares. Pero el que resiste, lloriqueos incluídos, vive. Y resulta que entonces empiezas a crecer hasta el triple de tu altura original.
Resultaba que todos tus esfuerzos, esos que no parecían conseguir nada, te estaban haciendo más fuerte.