Sabía que en la vejez se viven, en gran medida, los efectos del estilo de vida de los años anteriores. Ahora sé que en el embarazo es similar. Moverse con una barriga abultada puede ser difícil, pero si una siempre ha sido más bien sedentaria, se hace más difícil. Una dieta poco saludable hace que el organismo sea propenso a la diabetes o la hipertensión; si se llega con una dieta así al embarazo, el riesgo es mayor.
Por otra parte, ancianos y embarazadas compartimos algunas limitaciones. A mí me duele la parte de abajo de la espalda, y cuando me pongo las manos ahí mientras camino, recuerdo la danza de los viejitos. No la paso realmente mal, pero un día sí me quedé engarrotada, sin poder dar un paso. Además está la barriga como obstáculo: necesito ayuda si mis pantuflas se meten bajo la cama o el sofá, y dada la experiencia de depilarme las piernas, tal vez termine necesitando ayuda para atarme los zapatos.
Silvia Parque