Revista Talentos

El emperador desairado

Publicado el 04 diciembre 2014 por Perropuka

El emperador desairado

Foto: APG


A inicios de semana, el siempre anecdótico Tribunal Supremo Electoral montó una festiva parafernalia, dizque para seguir profundizando el proceso democrático luego de unas folclóricas elecciones, únicamente por el asunto burocrático de entregar credenciales a los nuevos charlamentarios. En otros tiempos, cualquier funcionario recién electo tenía que recoger el citado documento de las oficinas del ente electoral y no había mayor alharaca.  Pero como estamos en tiempos de abundancia y de rebosante dignidad -según la era evista- a nadie pareció importarle que se magnifique un asunto por demás mínimo, convocando a los más de 160 congresistas de todo el país –con los gastos que ello significa- para que hagan acto de presencia en la ciudad de La Paz, cuando faltan menos de dos meses para la inauguración de un nuevo periodo de gobierno y la consiguiente posesión de todas las autoridades electas. En enero de 2015 se volverá a repetir tal solemnidad de acto con la única diferencia de cambiar de salones, esta vez bajo los tejados del palacio legislativo.
Pero tal parece que el foro -con todos los discursos de manual- fue un show organizado para visibilizar y seguir homenajeando al caudillo, a quien sentaron en la testera junto a su socio y confidente, vicepresidente García Linera, como si ellos presidieran el acto, a pesar de que los vocales electorales estaban en la misma mesa cual simples floreros, mientras la presidenta del tribunal hacía un balance de la “fiesta electoral” a la cual todos los bolivianos fuimos invitados bajo pena de multa si no votábamos, en octubre pasado. Así de democráticos nos creemos.
Llegó el momento en que se empezó a pasar lista como en un aula de escuela. Uno a uno, los flamantes padres de la patria iban pasando ante la testera para recoger su cartón, entre aplausos y vítores de los bandos respectivos, como si se tratara de la premiación de alumnos destacados. Uno a uno, empezaron a presentar sus respetos o venias simbólicas al supremo creador de las 36 naciones, reunidas bajo su cetro plurinacional. Todo iba de acuerdo a lo planeado, con el rostro de Su Excelencia rebosante de felicidad ante la mecánica de los brazos extendidos de sus correligionarios políticos y la cortés hipocresía de los pocos opositores que se detenían también a darle la mano. El fondo del salón estaba colmado por los dignos representantes de los movimientos sociales cuya mayor función es aplaudir a rabiar o  rechiflar según el caso. Otro acto propagandístico del partido oficialista con la forzosa presencia de unos cuantos opositores. 
El agobiante y monótono paseo de la fama (tan largo como una premiación hollywoodense) fue súbitamente interrumpido por un hecho sin precedentes en la idílica era plurinacional: una conocida diputada, a tiempo de saludar a las autoridades electorales, pasó de largo sin inmutarse cuando Su Excelencia le extendió la mano, sacrilegio que provocó profunda indignación en la abrumadora caterva oficialista cuyos abucheos hicieron temblar los cimientos del edificio del Banco Central de Bolivia ante tamaño desplante al líder espiritual interplanetario. Más tarde, la diputada Norma Piérola se justificó afirmando ante la prensa que era “un acto de rebeldía” y que no le dio la mano a Evo Morales porque “rechazaba que el mandatario haya violado la Constitución para ser reelegido y no lo consideraba su presidente y no le inspiraba respeto”. Horas después publicó en las redes sociales: “no doy la mano a un presidente violador de los Derechos Humanos y la Constitución. No es por soberbia o malcriadez”. 
A poco de correr la noticia como reguero de pólvora, empezaron a llover las críticas de todos los sectores de la población. Demasiada gente se rasgó las vestiduras por la afrenta al Tata Evo, el Cristo resucitado de los creyentes de los últimos días. No faltaron los más excelsos cultores del llunk’erío (lameculismo), deporte nacional en la Bolivia evista. El más notorio fue el viceministro de Descolonización (experto buscador de tesoros perdidos como el minúsculo Ekeko, que se cree que los judíos piensan encargarle la sagrada misión de buscar el arca perdida) que oficiosamente anunció que iba a enjuiciar a la diputada díscola, afirmando: El racismo, la discriminación y la incitación son delitos de orden público, la actitud de Norma Piérola es abiertamente racista, es una incitación y hay muchos tipos que confluyen para iniciar una demanda. Vamos a iniciar una demanda,la discriminación se expresa en la actitud de descortesía, en una entrevista a un diario conocido. Otro senador electo reaccionó como bestia a quien acababan de hundirle la lanza, afirmando con espumarajos por la boca por poco: “Ni un poquito de respeto ¡carajo! al Presidente. Les guste o no le guste, Evo Morales es el Presidente de Bolivia”. Cómo son las cosas que, un año atrás, mujeres artesanas de Jalisco le negaron el saludo al presidente mexicano Peña Nieto y nadie las acusó de racismo o discriminación.
Anoche, en un programa de televisión, un sesudo analista del canal estatal fue más allá, al sugerir que la actitud de la diputada era una manifestación del subconsciente, heredada, automática,  corporal, visceral, como si viniera implantada en los genes, resultado de una cosmovisión esclavista, racista, discriminadora, y un largo etcétera de siglos de colonialismo. Eso sí, todos estos oportunos cortesanos, padecen de amnesia selectiva al ignorar que Su Excelencia, en años anteriores le hizo el mismísimo desplante, tal como recordó un politólogo, al entonces presidente Carlos Mesa, que curiosamente hoy es uno de sus asesores de cabecera en la problemática marítima con Chile. Luego los indignados piden respeto único e irrestricto para el amado líder. La nueva Corea del Norte está en marcha.
-------------------------------- P.S. He aqui el video del supuesto delito.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Perropuka 231 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revista