Una tarde, llamé a una miga para salir a tomar café, hacia
tiempo que no hablaba con ella, y tenia muchas ganas de verla, se extraño de
que fuera yo la que la llamara, ya que
sabia lo que me había pasado y que últimamente no solía salir de casa ni llamar
a los amigos.
Fuimos a una cafetería y nos
sentamos en la terraza, se alegraba de verme feliz, pero no se creía que en tan
corto espacio de tiempo, hubiera podido cambiar tanto. Me preguntó que me había
pasado para estar así, era una cosa tan extraña que no sabia como explicársela,
y por eso me excuse diciéndole que era muy largo de contar.
Ella no estaba en su mejor momento,
tenía una cara muy triste y apagada, por lo que le pregunte si como le iba la
vida. Empezó a contarme que las cosas no le iban bien, que tenia muchos problemas.
Dentro de mí sentía que tenia que ayudarla, no sabia muy bien como, pero sabía
que iba hacerlo.
De repente entre la gente que
pasaba, vi una mujer que destacaba, era una señora mayor, que yo había visto
antes, me quede mirándola y ella me miro, me di cuenta de que era la señora. Mi
corazón se paró, no podía articular palabra, y mi cara se quedó blanca como la
nieve, mi amiga se asustó, y me preguntó que me pasaba, mientras la señora siguió
y doblo la esquina. Le dije a mi amiga que me tenía que ir, que no se
preocupara que la llamaría luego.
Fui corriendo detrás de ella,
doblé la esquina y la vi al final de la calle. La señora, aunque mayor andaba rápido,
y yo no podía alcanzarla, se disponía a entrar en una casa, por lo que me alivié y pude reposar un poco.
Llegué a la puerta, era una casa
antigua de pueblo, parecía que estuviera reformada, ya que era muy bonita,
tenía un tipo de patio en el que había muchas plantas y flores.
Estaba bastante nerviosa y
contenta al mismo tiempo, me decidí a llamar a la puerta, pero no habrían, volví a
llamar, mientras, pensaba que le diría,
tenia tantas cosas que agradecerle y contarle, que no sabría por donde
empezar, en ese momento abrieron la puerta...
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