El enemigo.

Publicado el 28 febrero 2015 por Rizosa
Hoy he leído un post en una web que frecuento que me ha dejado perpleja. Y no por lo que dice el post en sí que, a fin de cuentas, son sólo las vivencias y la opinión de una chica. En esta web escribe mucha gente, cada uno de su padre y de su madre, y a veces estoy de acuerdo con lo que dicen y fomentan, y a veces no.
Pero hoy lo que me ha indignado de verdad han sido los comentarios. Os lo resumo por si no os apetece ir a leer: el post es la historia de una tal Mireia,  ex-acomplejada por su peso (ja), que conoció a un chico en Tinder con el que congenió bien, hablaban muchas horas y demás. La historia de siempre. Se mandaron sus fotos y al final decidieron quedar. La cuestión es que el mismo día del encuentro, el chico le manda a la chica un guasap todo preocupado diciendo que necesitaba decirle a ella que es una chica maravillosa, que tiene muchas cualidades y que tiene ganas de conocerla en persona, pero que físicamente no es su tipo de mujer por su peso y que no quería darle falsas esperanzas. Que sólo quiere ser su amigo.Y claro, os podéis imaginar. Eso para una mujer acomplejada es igual que si nos lanzan encima en plancha a Paquirrín en tanga. La chica se sintió fatal y dolida, y muy dignamente le respondió que menuda decepción, que era un chasco, que lo sentía no por ella sino por él, etc. Y después de desahogarse, le dice que entonces lo siente mucho pero que no quiere quedar. El chaval debió sentirse como el culo y le volvió a escribir disculpándose, siendo perfectamente consciente de que era una putada, pero que tenía que ser realista con ella porque verdaderamente le tenía cariño. Y asumió que ella no quisiera quedar, y se despidió para siempre.
Pues bien, después de este post un millar de chicas enfurecidas, supongo que con su mejor intención, han comentado diciendo que menudo subnormal, que qué gilipollas, que ese tío no te merece, que menos mal que no quedaste, tía, que eres preciosa, blabla. Todas, absolutamente todas ponían a parir al muchacho. Y ahí es donde yo me puse seria y me enfadé.Buscamos la igualdad y nos molesta cuando nos tratan como a un igual. Queremos libertad sexual y poder tirarnos tíos sólo porque nos pongan rumbosas y nos mosqueamos cuando un chico quiere lo mismo. Ahora resulta que está bien ser selectivas y exigentes, pero está fatal cuando es el chico el que decide que no le gustas. Porque aquí está el quid de la cuestión: AMIGA, NO LE PUEDES GUSTAR A TODO EL MUNDO. ¿Que es una putada no gustarle porque estás gorda? Pues sí, pero es la misma putada que si no le gustases porque eres morena y él las prefiriese rubias. O la misma, misma, que cuando rechazaste a ese chico tan simpático porque era más bajito que tú. O a ese otro con barba que no te ponía nada. 
Somos animales, nos guiamos por instinto e impulsos y el que diga que lo más importante está en el interior, miente. Que el amor está muy bien,  pero a nadie le amarga un dulce y si así de primeras no te atrae, pues chungo tema. 
Os voy a contar una historia completamente cierta: hasta los 21 años yo no me comí un colín. Palabrita del cordero Gus. Yo tenía mil complejos y comederos de coco y no me arreglaba ni me miraba en los espejos, y mi vida giraba en torno a los estudios y a frikismos varios.  Me lamentaba porque nadie se fijara en mí, pero yo tampoco lo ponía fácil. Con 22 años decidí mandarlo todo al carajo y cambié. Y mi vida pasó entonces de ser Sonrisas y Lágrimas a ser el Bar Coyote. Que ahora echo la vista atrás y me veo por entonces tal y como Markus me definiría a la perfección: un putón familiar. La cuestión era que yo me di cuenta de que sí podía conseguir la atención de los chicos, y me centré en levantarme el ego a base de romper corazones.
Fueron sólo un par de años, los suficientes como para curarme. Después ya senté la cabeza y me dediqué a las relaciones más estables o a épocas de soltería buscada, pero no he vuelto a tener problemas para ligar lo que me ha dado la gana. Siempre ha habido chicos que han preferido otro tipo de chicas, claro, y que me han rechazado... pero total, será por hombres. Es normal no gustarle a todo el mundo por mil motivos distintos, y no me he vuelto a traumatizar. Si un tipo no quiere quedar conmigo porque estoy rellenita, o porque tengo la nariz chata y parezco un carlino, o porque tengo voz de pitufa... pues nada, a seguir buscando como en las patatas. 
Y ahora viene la pregunta del millón: ¿cuándo he estado yo más delgada? Lo habréis adivinado seguro: con 20 años. A partir de los 21 o 22 empecé a desarrollar este super culo que me dio la naturaleza y que cada año crece un pelín más, y no he vuelto a recuperar aquella cinturita ni aquella talla de pantalón. Ahora peso perfectamente 15kg más que entonces (no lo tengo claro porque no me peso desde 2004), y ligo el doble.
¿Conclusión? Quien no liga es porque tiene complejos inútiles, no por el peso. Esa manía que tenemos algunos de buscar siempre la aprobación ajena. Y os voy a decir otra cosa: ojalá  por aquella época en la que no me quería nada un chico hubiese sido tan sincero y amable conmigo como el chico del post este. Que yo no creo que sea ningún cabrón, ni basura humana, ni un capullo. De hecho estaba preocupado por ella de verdad, porque un verdadero cabrón la habría dejado plantada y habría bloqueado su teléfono para que ella no pudiese pedirle explicaciones. Un verdadero capullo habría pasado de ella nada más ver su foto, pero este chaval quería conocerla de verdad. Me parece a mí que incluso podría haberse enamorado de ella de haberla conocido en persona, porque tan sólo estaba condicionado por los cánones estúpidos de belleza. Pero tenía buen fondo, el muchacho. Es un error meter a todos los hombres en el mismo saco y culpar a la superficialidad y a  nuestro peso de nuestras desgracias. 
Tu peso no es el verdadero enemigo, Mireia. Tú y tu cuerpo moláis todo. Tu verdadero enemigo es tu coco.