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El Enojo del Secretario

Publicado el 16 febrero 2012 por Gfueyo @gfueyo
La tan elogiada democracia en la que vivimos, permite a los mexicanos votar y ser votados para cargos de elección popular. Eso es un derecho/obligación constitucional y que todos presumimos. Hoy dice el rector de la UNAM, José Narro, que donde no impera la seguridad y donde la impartición de justicia carece de credibilidad no puede haber una democracia verdadera. La democracia, por definición, no incluye el imperativo de seguridad y de impartición de justicia. Pero dejemos eso para otros más cultos y estudiados.
Esta introducción parece llevar a una discusión sobre el asunto de Hank o la reciente detención de Pablo Salazar. Pero no, respecto a esos temas prefiero no hablar, ya que a ambos los conozco y no juzgaré sobre su inocencia o su culpabilidad. Confiemos en las instituciones que, democráticamente, hemos elegido. El tema es un poco añejo en este mundo tan políticamente veloz y versátil. Retrocedo dos semanas a una noticia que fue de las más leídas sólo un día y ahora se nos olvidó. Me refiero al enojo del Secretario del Trabajo en su reciente comparecencia ante diputados. El Secretario del Trabajo, que en Twitter se define como “Secretario del Trabajo y Previsión Social; poblano, abogado y maestro de la LED. Pianista y aficionado a: lectura, música, ópera, deporte, las Chivas y Tintán”, explotó diciendo a los diputados que “Ustedes no están para vigilarnos, están para legislar”. Usando aquellas aficiones del Secretario, vamos a revisar qué fue lo que pasó. Su mayor molestia fue que los integrantes del Congreso asumen el derecho de “sentar a los funcionarios en el banquillo de los acusados” mientras que ellos mismos no rinden cuentas a nadie. Aquí se une el enojo del Secretario con Tin Tan, la democracia y las clases de Derecho. La principal pregunta que me hago y por lo que escribo hoy es: ¿el enojo del Secretario tiene fundamento o es un muy buen tema para la ópera o un corrido que sí pueda ser tocado en Sinaloa? Como en una representación alternativa del drama de Andrea Chénier, el Secretario se presenta ante los medios como Bersi, bueno y puro, sacrificando su belleza para defender a Magdalena, aquel México que está por ser abusado por Gerard en su posición de diputado. La Constitución Política, que tanto el Secretario como su jefe el Presidente de la República y los diputados y senadores han jurado guardar y hacer guardar, es un documento muy interesante que nos evitaría discutir estos temas y escribir hojas y hojas de Jenni Rivera y su hermano. Todos estamos de acuerdo en que los diputados son electos por los ciudadanos. Esto tiene sus matices y miles de cuestionamientos, pero el consenso general es la elección en esta democracia en que vivimos. También el Presidente es elegido entre varios candidatos. Eso es el Contrato Social en esencia. Los que no son elegidos por la ciudadanía, sino seleccionados cuidadosamente y a veces con el uso de head-hunters, son los secretarios de despacho. Así lo menciona el artículo 89 de la Constitución, que faculta exclusivamente al Presidente de la República a nombrarlos y removerlos libremente. “Bueno, ¿y a ustedes quién los invitó? diría Tin Tán. Es decir, los Secretarios de Estado no son representantes de los ciudadanos. Son auxiliares del Presidente para hacer el trabajo que democráticamente y conforme al Contrato Social le hemos encomendado. Pero la misma Constitución, consciente de la posición de los Secretarios, faculta a nuestros representantes (sí, los diputados y senadores) a convocar a los Secretarios para responder interpelaciones o preguntas. En otras palabras, los ciudadanos queremos preguntarle a los Secretarios qué hacen, qué no hacen y por qué. Aclarado ese punto, es de llamar la atención la respuesta que el Secretario, muy enojado y molesto, al achacar la muerte de los mineros a la falta de una reforma laboral, le da nuestros representantes y como consecuencia, la respuesta que me da a mí, a ti y a todos nosotros, siguiendo el ejemplo de su inspirador Tin Tán: “Por eso México está como está, por flojos como TÚ". Yo no soy flojo y no creo que ninguno de los involucrados en ese ríspido debate lo sea. Menos los mineros. Todos tenemos que trabajar muy fuerte para ganar los 6 mil pesos que el Secretario de Hacienda nos asignó como promedio para pagar nuestra hipoteca, el préstamo para un cochecito y mandar a nuestros hijos a una escuela privada. En resumen, estimado Javier, cuando te llamen a comparecer, comparece y responde lo que se te pregunta. Es obligación tuya y es lo que los jefes de tu jefe queremos.

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