Todas las personas buscan situaciones de placer para situarse en la estabilidad de un centro. Ese centro hipotético no es desconocido para nosotros; el problema es permanecer ahí constantemente. Al intentar persistir de forma continuada a través de diferentes afanes, conseguimos el efecto contrario. De alguna manera queremos revivir situaciones grabadas en nuestra memoria que evoquen esa felicidad vivida. Lo que realmente estamos haciendo es procurar dos posiciones enfrentadas: Una, causada por la inercia que provoca la voluntad para conseguir bienestar. Esta densifica la estructura corporal y provoca estrés. Otra, consecuencia de esta primera y en el extremo opuesto, nos lleva a un decaimiento de nuestra estructura generando cansancio, colapso o cierta depresión. A esta condición llegaríamos cuando el organismo por su voluntariedad sucumbe por un estrés excesivo y se derrumba. Aquí definimos la voluntad como la inercia requerida para realizar actos de manera intencionada. Donde voluntad es igual a lucha, y se diferencia del amor siendo este una acción espontánea sin esfuerzo.
Lo voy a explicar de otra forma. Utilizamos las mismas respuestas para resolver los mismos problemas. Si queremos que los problemas cambien deberemos generar respuestas diferentes. Para organizar respuestas contundentes, la mente, el cuerpo y las emociones deberían ser uno. Nuestras acciones son repuestas que están estrechamente ligadas a la gestión que hacemos de nuestro cuerpo. Existen distintas tipologías en los cuerpos y formas de utilizar esas estructuras. No quiero decir que dos personas con un cuerpo parecido sientan y piensen igual. Quiero decir que hay emociones y necesidades prefijadas que comparten ciertas estructuras corporales. Son una gestalt, como forma compleja de comportarse en el mundo, al hacer que las acciones y las emociones tengan la misma particularidad: la de responder a ciertas peculiaridades que conforman el carácter de las personas. Los bloqueos u organismos endurecidos, colapsados… por el hecho de manejar esa fijación contribuyen a que la respuesta esté ya prefijada. La respuestas son directamente proporcionales a cómo empleamos la estructura corporal y mental.
Conocerse a sí mismo, la mayor de las acciones.
Tampoco me refiero a las partes del cuerpo que están emanando energía, vigor y/o fuerza, ya que estas al actuar con viveza son capaces de formar una respuesta aceptable. Me refiero a partes del cuerpo que son mas frágiles o endurecidas que se tensan en ciertas situaciones dando una pobre resolución a las mismas. Además estas situaciones se repiten hasta la saturación. Su raíz de ser está incrustada en la mala utilización de ciertos grupos musculares y en situaciones concretas. Por ejemplo, en las perdidas, en las separaciones, en los conflictos… en circunstancias en las que tenemos un bajo nivel de resolución.
Lee la segunda parte del artículo: “El Equilibrio Inteligente (IIª Parte)