Debería empezar a clavarte los afileres, muñequito
Bueno, en realidad se llama Arnold. Tiene nombre de retarded, lo sé... no sé cómo no me pispé en su momento. Su cara también aporta argumento a esta teoría. Es una mezcla exótica entre un koala, Leire Pajín y la niña siniestra de American Horror Story (no quería decir abiertamente la "Down", por aquello de no herir sensibilidades. Mierda, acabo de hacerlo. Bueno, es el rencor, no pasa nada).Conocí a este
Bueno, le dieron una beca para estudiar su último año de carrera en Estados Unidos y a mí me llenó una gran tristeza. Esa fue su primera escapada. Estuvimos como dos años sin apenas hablar. Luego volvió, y hablábamos de vez en cuando porque, casualidades de la vida, se mudó cerca de mi nueva casa, pero nunca llegamos a quedar para vernos. Yo de aquella estaba trastornado con Putette o SEE (ese Ser, Ente, Ectoplasma), y llevaba una vida digna de cualquier Raquel Mosquera a.k.a. López Ibor que se preciara. Así que no tenía ganas de verle ni de
Pero el destino nos volvió a juntar el año pasado. Desde la última vez que nos habíamos visto, mi cuerpo había sufrido cambios. Estaba más atractivo (si me conoces, sabes que es cierto). Quedamos para tomarnos una cerveza en mi casa y un par de horas después, me dijo que se iba, que estaba cansado. Bueno, ¡¡¡Momentazo!!! Él sentado en el borde de la cama, de espaldas a mí. Yo, avanzando a cuatro patas por la cama, cual Faunia, pensando "una puta mierda te vas a ir tú sin darme un beso, canalla". Le cogí por banda y ZAS, besazo en los morros.
Este momento animal-zorrupia nos motivó a seguir viéndonos. Nos veíamos unas dos veces por semana. Le gustaba quedarse a dormir. Eso sí, de follar nada. Me decía que llevaba una época bastante estresado y asexual. Pues nada, yo me abrazaba a él para dormir y santas pascuas. Con aquello duro como una piedra, pero mira, al menos tenía su cariño. LOS COJONES.
Nacho Polo, Nacho Polo... ¿Por qué me has abandonado?
Llegó la semana de su cumpleaños. Le caía en sábado, pero habíamos quedado el viernes en mi casa. Ese día falté al Máster (oh, qué drama) para comprarle un regalo (una camisa y una corbata super chula, de tejido imitando al denim) y comida para preparar una cena. Llego a mi casa loco de contento. Le envuelvo los regalos. Empiezo a sacar las cosas para hacer la cena. Meto el vino en la nevera. Eran las 21.00h, seguro que estaba ya en camino. Llegan las 22.00h y ni rastro de Arnold. Dudando entre si lanzar bengalas por la ventana o llamarle a gritos cual choni, me decanto por enviarle un sms. Sin respuesta. Las 23.00h, ni rastro de Arnold. Decido ir abriendo el vino blanco. Las 23.30h, ni rastro de Arnold. Yo, copa en mano, mirando triste por la ventana y la Caja de Raquel Bollo de fondo, en la TV. ¡¡Se puede ser más lamentable!! ¡Me sentía como Carolina de Mónaco en la boda de Letizia y Felipe sin Eristoff de Hannover! Las 00.00h. Le envío un mensaje felicitándole el cumpleaños. La copa de vino en la mesilla de noche. Los regalos sobre la cama. Raquel Bollo sigue llorando en la puta Caja. Yo me duermo. Ni rastro de Arnold.