El escorbuto y la superstición

Publicado el 29 diciembre 2008 por Joseantoniogarrido
En la Edad Media, una enfermedad de origen desconocido y que se manifestaba con hemorragias, hipotonía muscular, mala cicatrización y aflojamiento de los dientes, dio lugar a un gran número de muertes, especialmente entre las tripulaciones de los barcos. Algunos consideraban que se trataba únicamente de una enfermedad de marineros hasta que se descubrió que era endémica en algunas regiones, especialmente durante el invierno. Recibió varios nombres que aludían a su fatalidad como “la peste del mar”, pero pronto fue bautizada con el nombre con el que hoy la conocemos: escorbuto.
Para buscar su origen la superchería popular inventó cientos de historias, como que la producía la madera de los barcos o el aire del mar. También en su tratamiento jugó un papel destacado la fabulación y así se probaron remedios peregrinos como la ingesta de granos de café, de sal o de mostaza.
A mitad del siglo XVIII un médico de la marina inglesa realizó una serie de ensayos con marineros enfermos de escorbuto para comprobar, finalmente, que éstos evolucionaban favorablemente tras incorporar a su dieta zumos de naranja y de limón. Y es que el escorbuto no era una enfermedad infecciosa, como se creía entonces, sino simplemente la manifestación de un déficit de vitamina C.
No obstante, tuvieron que pasar casi dos siglos hasta que en 1912 el bioquímico polaco Casimir Funk acuñara el término vitamina para referirse a una serie de sustancias químicas, de composición y naturaleza variada, que no pueden ser sintetizadas por el organismo –podría considerase una excepción a esta norma la vitamina D, que es sintetizada en una forma no activa y que luego madura gracias a la exposición solar- y que resultan fundamentales en el metabolismo humano.
Las primeras sustancias de este tipo que fueron obtenidas tenían en común la presencia de un grupo químico denominado amina, que se caracteriza por poseer un átomo de nitrógeno. Y fue la presencia de este grupo y su vital importancia, lo que condujo a nombrarlas como las “aminas vitales” o vitaminas. Para finales de los años cuarenta ya estaban identificadas y definidas todas las vitaminas existentes y fue entonces cuando se descubrió que no todas poseían ese grupo amina, aunque el nombre estaba ya suficientemente asentado como para no verse modificado por este hecho.
En la actualidad, los grupos químicos que presentan son sólo particularidades que definen a cada vitamina, pero no son utilizados a la hora de clasificarlas en uno u otro grupo. Para eso se utilizan las características de solubilidad, quedando así las vitaminas divididas en hidrosolubles y liposolubles. Las hidrosolubles son aquellas que se disuelven en agua y están presentas, entre otros, en alimentos como frutas y verduras. A este grupo pertenecen las vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9 y B12) y la vitamina C. Por otro lado, las vitaminas liposolubles son aquéllas que se disuelven en grasas y aceites y que, por lo tanto, se consumen junto con alimentos como el hígado o los huevos. A este grupo pertenecen las vitaminas A, D, E y K. Una diferencia importante entre las vitaminas hidrosolubles y las liposolubles es que estas últimas, gracias a que se disuelven en tejido graso, pueden ser almacenadas en el hígado, no haciéndose necesaria su ingesta diaria, mientras que las hidrosolubles no se almacenan en el organismo, lo que hace que deban aportarse con mayor regularidad.
Dado el modo de vida occidental, en la actualidad es muy poco probable que alguien pueda morir por una carencia de vitaminas, aunque en teoría esto sería posible en un caso de hipovitaminosis severa. Por otro lado, un exceso de vitaminas es lo que se conoce como hipervitaminosis. En este caso, se ha visto que dicho exceso puede resultar tóxico dependiendo del tipo de vitamina del que se trate. Así, se sabe que las vitaminas A –o retinol-, D –o calciferol- y B3 –o niacina- pueden llegar a ser muy tóxicas en exceso, mientras que otras, como la B12 –o cobalamina- no posee toxicidad incluso con dosis muy elevadas.
Hoy en día, el escorbuto es una preocupación menor en países desarrollados, pero cada vez más están apareciendo problemas de salud asociados a leves hipovitaminosis. Así, se hace necesario incidir en el hecho de que una dieta equilibrada y rica en vegetales crudos –fuente de la mayoría de las vitaminas- se hace fundamental en el desarrollo humano y en el mantenimiento de un estado saludable. La ciencia y el estado del bienestar están consiguiendo que cada vez vivamos más. Que lo hagamos, además, mejor es una responsabilidad de todos.