Revista Literatura
El escritor y el gato
Publicado el 21 octubre 2014 por Jonhan2CELLOS - The Trooper Overture
Dedicado a mi amigo-hermano Patxi.
Lo peor de la invisibilidad de las naves extraterrestres que espían la tierra, es que son detectables cuando llueve. Sí, porque al llover, la propia energía que rodea a la nave hace que el agua se evapore a tal velocidad que se produce un claro de cielo, un claro entre las nubes, algo así como un agujerito azul, exactamente redondo y coqueto, que podría descubrir su presencia ante los humanos.
Vatilul veía con preocupación el frente de lluvias tormentosas que se acercaba, con las isobaras muy juntas, con una considerable cantidad de H2O y polvo en suspensión para descargar y, mientras, Ohmiol seguía observando a dos de los especímenes terrestres que llevaba tiempo investigando.
–Nos vamos Ohmiol, no podemos ser descubiertos.
–¿Ahora? Estoy a punto de averiguar cómo lo hacen.
–¡Ahora! sí. Ya tienes todos los datos dentro de ti. Terminaremos las conclusiones durante el viaje.
Los datos que Ohmiol tenía grabados en su mente eran muchos y estaban perfectamente estructurados. No fue difícil para Vatilul obtener una imagen gráfica de los sujetos, un humano y un felino.
El humano permanecía sentado en una silla, apoyando los codos sobre una mesa en la que había varias hojas de papel de color blanco y al lado de ellas, un prehistórico instrumento alargado cuya utilidad aún estaba por determinar. Permanecía quieto mirando al techo del habitáculo. El pelo de su cabeza lo llevaba largo y sujeto por detrás de las orejas, vestía ropas arrugadas, anchas, de color oscuro y con hilos sueltos por varios lugares.
El felino permanecía en movimiento. Daba saltos de un lado a otro del receptáculo, sobre la mesa, sobre los muebles, sobre el propio humano, hacia el techo con agilidad. Tenía el pelo corto, blanco, negro, brillante, y hablaba al humano con sonidos guturales. (Nota: consultar al traductor)
–Pero ¿qué quieres averiguar? Tu fascinación por los humanoides no tiene límites. No hay nada que observar ahora. Podrían pasar horas, días, años, no puedes seguir el estudio en esta dimensión actual, debemos avanzar.
–No podemos avanzar Vatilul, si avanzamos nunca sabremos cuándo llegó La Musa, cómo se presentó, qué provocó...
–Mi querido Ohmiol, La Musa es el gato y tu imaginación no te deja ver la realidad tal y como es.
–¿Cómo va a ser La Musa el gato? ¡Si además es macho! Reconozco que todos los humanoides escritores que he estudiado tenían a su lado un felino que no dejaban de acariciar, en los momentos en los que miraban hacia el techo, como si estuviesen pensando.
–Lo que te sucede es que sientes empatía por este humano destartalado y solitario, y ello ha provocado que pierdas la perspectiva descriptiva de las cosas observadas. La clave está en el gato Ohmiol, ¿de verdad no lo ves? Mientras ese felino no dé caza al insecto que está golpeándose contra el techo, y se calme, mientras no se suba sobre el escritor y lo acaricie con su pelo suave, mientras no ronronee y emita esas feromonas placenteras, el humano no avanzará en su estado de ensoñación y no escribirá nada.
–Entonces ¿no importa el sexo?
–¡Oh, sí, el sexo importa! –respondió Vatilul al inocente Ohmiol, al mismo tiempo en el que se convertía en una especie de ser peludo, como una bola enorme, suave, brillante, caliente, y se colocaba sobre Ohmiol que empezó a notar cosquillas mentales no se sabe cómo.
–¿Esto es La Musa? –A Ohmiol le estaban encantando esas cosquillas.
–Sigues sin entenderlo. La musa es esto..... y se volvió a su estado natural, el de extraterrestre indescriptible, dejando a Ohmiol con todas las ganas paralizadas y muchas más preguntas sin resolver.... Y ahora, dijo con telepatía de enfado, a escribir!!!