He compartido anteriormente que soy partidaria del mínimo esfuerzo.
Pues cada vez más.
Me esfuerzo por lo que, dados mis valores y necesidades, vale la pena; pero lo hago como vía para conseguir aquello que valoro o necesito: no encuentro mérito en el esfuerzo por el esfuerzo mismo. Veo a "los trabajadores" y me parece que se emocionan con el sellito de "sí trabaja" de la maestra de kinder. Sé que no es nada más eso. Entiendo su satisfacción (autocontrol, persistencia), pero no me atrae.
No me hace sentir mejor trabajar más que menos; absolutamente al contrario. Si puedo esforzarme menos y lograr lo mismo que estaba logrando, qué bien; me parece que el objetivo inteligente sería esforzarme menos y lograr más: esa es mi vía. Me asombra el convencimiento de algunas personas, de que hay que trabajar mucho para que te vaya bien, cuando el mundo está lleno de ejemplos de que no precisamente...
A ver...
En mi casa se oye a menudo: "Esfuérzate y sé valiente, dice el Señor". Se lo digo a B cada vez que lloriquea porque no puede algo. Yo trabajo lo que haga falta con cada párrafo de un ensayo, hasta que queda como me parece adecuado. Así que tal vez lo que debería decir, en lugar de que soy partidaria del mínimo esfuerzo, es que soy partidaria del esfuerzo justo. Justo lo que se necesita y para lo que es justo emplearlo.
Creo que la vida funciona de modo que nos toca esforzarnos en algo. ¡Pero no en todo! Y en lo que nos toque esforzarnos, no es cosa de dar golpes con la cabeza a una pared (se me quedó grabada esa imagen de un texto que leí hace varios años).
Pienso en mi prima que es atleta: se levanta temprano, entrena, cuida su alimentación, etc. Ahí hay esfuerzo necesario. Pero desde mi poco conocimiento del tema, creo que si no tuviera un buen entrenador, terminaría por lesionarse. Si no hubiera ido en busca del medio y las personas adecuadas, no estaría en competencias importantes. ¡No hay que golpear paredes con la cabeza!
Silvia Parque