Revista Talentos
De repente aquellas patas de jamón comenzaron a taconear en el pasillo de los embutidos. Parecía que sólo yo observaba aquel espectáculo folclórico mientras el resto de personas, cual sonámbulas, empujaban sus carritos arrastrando sus vidas. Fueron cinco minutos en los que pasé del asombro al miedo y terminé aplaudiendo.