Revista Literatura

El éxito

Publicado el 06 mayo 2012 por Netomancia @netomancia
Había compuesto esa canción a los veinte años y aún la pasaban en la radio, en la televisión, en todas partes. Vivía de los réditos de esa autoría. Nunca había habido otra. Es decir, si, hubo otras canciones, pero ninguna como esa. En realidad nadie recordaba una sola canción de su repertorio fuera de ese tema. Y aquello era en definitiva lo que le dolía.
La canción había sido una especie de condena. No podía superarla, pero tampoco logró a partir de allí componer algo que fuera escuchable. Las discográficas rechazaron sus trabajos posteriores, porque más allá del éxito a cuestas, lo nuevo que componía no estaba apto de ser editado.
Cada vez que la melodía sonaba, algo en su interior se deshacía. Procuraba entonces no escuchar radio, pero era inevitable estar en algún sitio y de pronto, tenerla danzando en los oídos.
Soñaba incluso con esa partitura de fondo. Y despertaba bañado en sudor, como escapando de una pesadilla. Acudió en cierta oportunidad a un psicólogo, pero lo dejó al confesarse el profesional como un incondicional de esa canción. No de él como autor, sino de ese tema en particular.
¿Había forma de destruir un éxito? Lo intentó. Envió a los medios especializados una carta anónima diciendo que el tema era un plagio, acusándose él mismo, buscando el desprestigio que lo alejara de esa canción.
Y así fue como su nombre apareció otra vez en primer plano. Los conocedores debatieron entonces la autoría del tema y finalmente decidieron que la carta estaba en lo cierto, que un compositor que jamás, ni antes ni después, pudo crear una pieza musical al menos cercana en calidad a la que estaba en tela de juicio, podia ser el autor de la misma.
Desde entonces el éxito figura como de autor anónimo. Pero sigue sonando en todas partes.
Quiere estar contento, pero no lo está. Ahora ni siquiera cobra por los derechos de autor y la discográfica le está haciendo juicio.
Y el éxito, muy a pesar suyo, lo sigue visitando en sueños.

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