No es tan grande ni glamuroso como el de Nueva York o San Francisco, pero también es un pedacito de Oriente enclavado en el tráfago vehicular y comercial del centro de la ciudad de Lima. Se trata del Barrio Chino, una zona delimitada por el comercio, las tiendas, el bullicio de los vendedores y el olor incienso y pato asado impregna el ambiente.
Lo que se denomina el Chinatown de Lima se encuentra a sólo 400 metros de la Plaza de Armas cuya arteria comercial es la Calle Capón, y que llama la atención por los colores rojo que predominan en sus edificios, sus faroles, efigies de dragones y un imponente Arco de ocho metros de altura y trece metros de ancho inaugurada en 1971 donada por el Gobierno de Taiwan.
Y como en todo Barrio Chino dispersados en el mundo, la Calle Capón ofrece sus restaurantes de comida tradicional, sus bodegas con salchichas chinas, bocaditos dulces y salados llenos de productos llegados del Oriente hasta descendientes de Confucio que leen la suerte en la calle con cartas y embrujos.
La historia del Barrio Chino de Lima se remota a fines del siglo XIX, cuando los descendientes de los antiguos ‘coolíes’ que llegaron a Perú a trabajar en las haciendas fueron a vivir a Lima. Y desde ahí se multiplicaron como hongos. Abrieron sus bodegas y restaurantes formando el asentamiento de cantoneses más importante del Perú.
Hasta que a partir de la década de los 50 del siglo pasado, la Calle Capón toma notoriedad debido a sus restaurantes conocidos como chifas que es la comida exótica china mezclada con el sabor criollo de Lima y que hoy se ha convertido en uno de los principales platos de la gastronomía peruana de exportación.
Sin duda que es un destino interesante compenetrarse en este mundo oriental en pleno centro de Lima que tiene una vibrante vida comercial y una de las tradiciones exóticas más arraigadas en el Perú.
Fotos: DeLunesAdomingo
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