Revista Literatura

El fabuloso hombre orquesta que a veces siente que no puede más

Publicado el 13 junio 2013 por Xabelg
El fabuloso hombre orquesta que a veces siente que no puede más
El hombre orquesta no puede más, esa es la sensación que a veces le inunda, amenazando casi con ahogarle, siempre manejando varios instrumentos a un tiempo, desencadenando accidentalmente en algunas ocasiones una abigarrada cacofonía como resultado. En esos momentos, el hombre orquesta se plantea, con el cuerpo castigado y el alma cansada, colgar los instrumentos, y tratar de dirigir sus esfuerzos en una actividad más convencional, algo más utilitarista y pragmática, lo cotidiano y normal a los ojos de la sociedad, esa sociedad que lo mira como a un paria, un renegado, un disidente que una vez cometió la osadía de tomar una dirección diferente para recorrer este mundo. Una dirección herética para ellos.
Quizá, si el hombre orquesta se redimiera ante ellos... si rectificara su obstinada actitud... puede que de esa forma dejaran de darle la espalda. Si él consintiera, si callara y agachara la cabeza ante ellos, si no pecara de arrogancia de cuando en cuando, si tuviera más humildad, así sería todo de otro modo...
Pero para bien o para mal, esa no es la naturaleza del hombre orquesta, la sumisión no está entre sus atributos, y no es así como su corazón funciona, porque pese a sus numerosos errores, el hombre orquesta sabe, en el fondo de su mismo ser, que es capaz de elaborar sublimes melodías. Lo sabe porque lo ha hecho en otras ocasiones. Deja de titubear, y sus dudas se despejan, se diluyen en el éter, tomando su lugar una renovada certeza.
Ahora, tras la meditación y autoexploración, el hombre orquesta lo sabe, sabe que su lugar en el mundo no está en un pequeño engranaje de un mecanismo de una gigante cadena de montaje, eso iría contra su propia esencia, la suya propia, y la de la misma tierra que le dio origen.
El hombre orquesta siente con toda la fuerza que le sostiene, que no puede dejarse llevar por la inercia, ni permitir que nadie más le lleve a remolque. Ha adquirido la profunda comprensión de sí mismo, está justamente en el lugar que le corresponde, haciendo aquello para lo que fue creado, tratar de llenar el vacío, inundando y embelleciendo el mundo con las melodías que crea, y que exhala a través de sus instrumentos.

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