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Acabo de verlo. Utilizando una sutil perífrasis y jerga narratológica, diré: ¡menudo truño! Pero un truño de elefante, uno de esos truños que, si te los encuentras en medio del campo, son imposibles de esquivar, uno de esos truños que te obligan a hundir el pie en ellos hasta la rodilla, en los que no puedes hacer nada para acabar salpicado de mierda. Juro que no albergaba expectativa alguna sobre Perdidos, sabía de sobra que la cosa era una tomadura de pelo, pero una tomadura de pelo entretenida. Lo del final no lo ha sido, se ha quedado en simple tomadura de pelo, en una chapuza de relleno, en un videoclip con pretensiones místicas. Un truñaco, vaya.