Guillotina diseñada por el colectivo italiano IOCOSE
He comprado una guillotina doméstica para decapitar sandías. Las he partido por la mitad para desenmascarar su dura piel, las he colocado de mayor a menor en el salón de casa, me he arrollidado, he lamido gélidamente sus vulvas rosáceas y he dibujado una constelación de estrellas en el cielo de mi sexo. Enérgicamente he devorado los cerebros frutales y el olor a verano me ha paralizado durante horas.