Revista Talentos
El fútbol y la literatura, una relación de amor odio.
Publicado el 25 marzo 2011 por PerropukaCasi siempre el fútbol ha estado reñido con la literatura, omejor dicho la literatura con el fútbol, quizá debido a que los literatos, salvo excepciones,-como elescritor aventurero o viajero-, siempre han sido, físicamente hablando, pocoaptos para practicarlo. El literato en su niñez, generalmente constituía un sermarginado, de naturaleza introvertida, débilde carácter, poco dado a los juegos de grupo o al compañerismo, un bicho raro de la naturaleza que mataba las horas leyendo oedificando mundos imaginarios antes que jugando a la pelota.Otra razón para la aversión natural al fútbol se fundamenta en lanaturaleza popular del mismo, como se originó en las clases más humildes de lasociedad inglesa, siempre fue objeto de desprecio por algunos sectores. Amén deque en un principio era un deporte bastante rudo, casi desprovisto dereglamentaciones y naturalmente las condiciones de campo no eran de lasmejores. A lo largo de su evolución, eldeporte rey, ha tenido insignes detractores como poéticos defensores.Yaentonces, el escritor británico RudyardKipling, autor de libros de aventuras como ‘El libro de la selva’ o ‘Elhombre que pudo reinar’ despreciaba al deporte y a 'las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotasque lo juegan’.Por otro lado, Jorge Luis Borges,autor de los relatos quizá más hipnóticos, enigmáticos y fascinantes que havisto la literatura, como el misterio que envuelve su supuesta inexistencia, dijoalguna vez que el fútbol era ‘una cosa estúpida de ingleses... Un deporte estéticamentefeo: once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no sonespecialmente hermosos. Se dice que Albert Camus, el eximio autor existencialista de ‘El extranjero’ enplena juventud jugaba de portero cuando vivía en tierras argelinas y alguna vez declaró ''la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera quevenga. Esto me ayudó mucho en la vida... Lo que más sé acerca de moral y de lasobligaciones de los hombres se lo debo al fútbol''.Según un biógrafo, el filósofo alemán Martin Heidegger, en su juventud fuepuntero izquierdo y podía pasar mucho tiempo hablando apropiadamente y conentusiasmo de Franz Beckenbauer y la selección alemana. La literatura ha dado grandes frases tambiénpara el fútbol, como aquella (no recuerdo desgraciadamente al autor): ‘Europa encontró en el fútbol una forma deodiarse sin despedazarse’
Pero fue Pier Paolo Pasolini, granpoeta y cineasta, quien haya dado quizála mejor y más hermosa definición: ''Elfútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos queson puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempreuna invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad,fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética. Elgoleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol queproduce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético (aunque no siempre como la accióndel gol). En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cadaespectador) es partir de la mitad del campo, driblar a todos y marcar el gol.Si, dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosasublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño''. Lástima que Pasolini,no haya visto jugar a Maradona o a Zidane.GabrielGarcía Márquez, si bien en un principio fue escéptico, declaró: ''No creo haber perdido nada con esteirrevocable ingreso que hoy hago públicamente a la santa hermandad de loshinchas. Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien''.
Quién no ha disfrutado de Eduardo Galeano, ysu ‘Fútbol a sol y sombra’, donde se confiesa como un ‘matado’ (inepto) para lapelota, pero su forma única de describir el juego y el sentimiento del hincha,plagado de nostalgia y aroma decotidianidad, decía “el gol es el orgasmodel fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vidamoderna”.
Pero fue Manuel VásquezMontalbán, eximio literato, bon vivanty aficionado de lujo culé, uno de losprimeros en demostrar que futbol y literatura no siempre deben estar peleados. Y sin duda uno de los más mordaces y más lúcidos en teorizar sobre el deporte ysus implicaciones. En su obra “Futbol una religión en busca de Dios”, aventuraque el deporte rey se ha convertido en una religión para los hinchas y comparaa los estadios con catedrales, y se muestra crítico con la inevitable comercializacióndel espectáculo al ritmo que marcan la Fifa y las transnacionales del marketingdeportivo y las televisiones.Los literatos que aman el fútbol, son ante todo puristas, sólobuscan la belleza del juego y explicarya sea sociológica o poéticamente el cúmulo de emociones del alma humanadesembocadas en un torrente apoteósico llamado gol. Como naturales estetas delas letras, los escritores aborrecen lasacciones violentas o todo aquello que lastra o desluce las acciones de juego yla parafernalia circense que le acompaña.