Ahora, si pasado todo ese agotador proceso logro encontrar algo que me guste, o me parezca que puede quedarme bien, aparece un nuevo problema: el probador. Los probadores son el instrumento de tortura por definición, absolutamente inevitables y sobrevividos con mucho esfuerzo; en su mayoría diminutos cubículos con apenas una tela entre el mundo exterior y mi desnudez y un espejo embrujado que nunca me muestra la Ana que desearía ver (no sé por qué, la del otro lado siempre es muuucho más gorda que yo; embrujado, mismo).
Por eso me encantó este video que me mandaron por mail (gracias Estrella) y se los traje para que lo disfrutaran conmigo:
La única utopía de ese video es que yo sea flaquita como la compradora, todo lo demás es realidad o realidad próxima-futura, pero bien tangible, ¿no?
Yo quiero comprar así, ¿y ustedes?
EriSada