El gabinete del doctor Caligari: expresionismo y cine. Película.

EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI

«Cesare, ¿me oyes? Cesare, te estoy llamando. Yo, el doctor Caligari, tu amo».

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La lucha de contrarios en el siglo XX fue tan feroz que socavó los principios ilustrados que dieron al hombre libertad de pensamiento y de acción; razonamientos éticos que eran antídotos contra los totalitarismos y la incivilización.

La responsabilidad individual, después de la Primera Guerra Mundial, fue cediendo su espacio vital al liderazgo comunitario. La sociedad protagonista de la Segunda Guerra Mundial, como sucede en la actualidad, se distinguió por su anonimato, por ceder su identidad, de forma voluntaria y con ciertas prisas, al líder que la hipnotiza.

El mundo de ayer, de Stefan Zweig, y La montaña mágica, de Thomas Mann, son dos ejemplos literarios, y no en poca medida testimoniales, que revelan cómo el mal arruinó las creencias que habían hecho prosperar a la humanidad. Y así fue cómo la incertidumbre venció a la esperanza, el fanatismo anuló a la razón y la propaganda anestesió a la verdad.

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El gabinete del doctor Caligari, la película que hoy les propongo, al igual que las novelas mencionadas, es una excelente opción para entender dónde comienza, y por qué, el vía crucis de la modernidad: del individuo que renuncia a su lengua, a su religión, a su historia, a la filosofía, a la mitología, al concepto tradicional de familia…, hasta encontrar en el emoticono su vía de comunicación. 

El flujo asociativo del hombre de la posguerra va perdiendo fuerza en la medida en que este aprueba que el Estado piense y decida por él. Las emociones se simplifican y el hombre se animaliza, pues sólo dos cosas lo harán reaccionar: el instinto de supervivencia y el miedo. 

La catalepsia colectiva que hoy sufrimos tiene escenario en El gabinete del doctor Caligari. Cesare deambula por las calles asesinando por orden de su amo, el médico de un psiquiátrico que lo pasea de feria en feria para alimentar su enorme ego y perfeccionar su poder de persuasión.

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¿Cuál es el tema de El gabinete del doctor Caligari? ¡La manipulación! Y…, ¿cuál es su «habla» estilística? ¡El expresionismo!

El poder hipnótico de Caligari es el del dictador que tiene la capacidad de domesticar al individuo, hasta el punto de conseguir que no sienta que le han convertido en rebaño mediante el caos y la violencia. Amigos, recuerden que esta cinta se estrenó en Berlín el 26 de febrero de 1920, poco tiempo después de terminada la Gran Guerra.

En El gabinete del doctor Caligari el joven estudiante, el único que ve y que presiente lo que sucederá —el individuo: el héroe—, termina siendo el personaje más delirante del manicomio. Debo comentarles que el libreto original sufrió modificaciones por petición de los realizadores de la película, que tenían la impresión de que el argumento inicial era muy pesimista y que era necesario un chute de ilusión.

Una víctima de la sociedad, George Grosz, collage, 1919.

Las secuelas psicológicas y económicas que padecieron los sobrevivientes de la Gran Guerra, que alternaban las noches de jazz y glamur con los mutilados y harapientos que copaban las aceras, escenas cotidianas tan bien representadas en El tríptico de la gran ciudad, de Otto Dix, y en las ilustraciones satíricas de Goerge Grosz, no iban a sufrir mejoras por cambiar el desenlace de la cinta.

La modificación del guion lo único que consiguió fue evitar que el espectador sintiera la responsabilidad individual que tuvo en el conflicto, paso primero e imprescindible para no caer, nuevamente, en el abismo. El filme salva a la mente criminal —la autoridad a obedecer— y castiga a quien se rebela contra el poder establecido. Sin querer, anuncia la llegada de un trágico destino.

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El desenlace de El gabinete del doctor Caligari es muy perturbador, porque obvió que la conciencia acelera el poder de autocrítica y, aunque el subconsciente nunca descansa, encarar la realidad objetiva evita males mayores. Quitarle las espinas al rosal no impidió la llegada al poder de Adolf Hitler. 

No quiero terminar sin antes señalar cómo la imagen fílmica da vida a trama tan siniestra y opresiva. El gabinete del doctor Caligari inaugura el género de terror en la gran pantalla y está considerada un clásico del séptimo arte. Además, inicia la alianza entre el cine y los ismos.

El grito, Edvard Munch, óleo sobre temple, 1893.

La estética expresionista tiene mucho que ver en las sensaciones que nos causa la cinta: los decorados escorados —deformación de las líneas—, los fuertes claroscuros —provocados por luces parpadeantes y variaciones de brillos—, las sombras alargadas, la resonante música, los planos cortados… provocan esa impresión alucinógena, esa atmósfera angustiosa que domina la trama.

Son los «exteriores» —lienzos pintados— de un dinamismo sin igual: a las inclinaciones de la tramoya se añade un elemento fundamental: el giro continuo de un carrusel, que aparece en la esquina izquierda, cortado a la mitad y en frenético ajetreo. En la oficina estatal, por ejemplo, la silla del burócrata es especialmente alta para reafirmar el control que el funcionario ejerce sobre el ciudadano. Toda la utilería está al servicio de la trama.

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(Cesare, a diferencia de Drácula, el protagonista gótico de Bram Stoker que asesina para satisfacer sus deseos personales, mata para cumplir, cual marioneta, la orden de quien le manda).

En cuanto a los intérpretes qué puedo decir, pues que la  exagerada gestualidad y el maquillaje dramático son características del teatro expresionista —también del cine mudo—, teatro de atmósfera, de emociones, que huye del realismo y del naturalismo. Teatro que ofrece escenarios a pesadillas. Las formas artísticas del expresionismo —pintura, escritura, música, cine…— son hijas de la agitación emocional que provoca, en gran medida, la intuición —la intuición y el subconsciente son alas de un mismo pájaro.

«Todos pensáis que estoy loco», expresa el joven que no se desdice, el joven que destaca en una multitud invisible, el joven que, recuerden, es metamorfoseado —penalizado por su clarividencia— por petición de los productores de la película

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El gabinete del doctor Caligari nos hace reflexionar sobre el control mental a través de la sugestión. Lector, al nacionalsocialismo no se le escapó el mensaje de esta metáfora muda y en movimiento, que pasó a ser, como el resto de los ismos «arte degenerado».

Me he extendido más de lo que me propuse en un principio. Creo que lo suyo es que dé paso a los seis actos que componen El gabinete del doctor Caligari. Recuerda que Alemania fue la perdedora de la Gran Guerra, que el período de entreguerras, el de los «dorados años 20», terminó en 1929 con el crack de la Bolsa de Nueva York —Estados Unidos fue el mejor aliado de Alemania en su lucha contra la inflación—. Recuerda que fue la causante del Holocausto.

Einstein con «La teoría de la relatividad», que afirma que la realidad varía según el punto de vista del observador, aniquiló la fórmula clásica de entender el mundo (causa=efecto). Nietzsche, posteriormente, aseguró que «toda visión es perspectiva, como también lo es todo conocimiento» y luego la Mecánica Cuántica declaró que el conocimiento objetivo no existe. En fin…, creo que tantas circunstancias para definir la verdad, circunstancias diversas y en permanente mutación, han propiciado un huerto para el cultivo de dictaduras y de fanatismos.

El gabinete del doctor Caligari nos muestra el recorrido histórico que condujo a la angustia existencial del hombre moderno: fin del Imperio Austrohúngaro (1867-1918), República de Weimar (1918-1933) y Tercer Reich (1933-1945).

Walter Benjamin escribió en La obra de arte en la época de su reproducción técnica que «el efecto de shock de una película» se basa en sus continuas imágenes en movimiento y que esta condición nos convierte, durante el tiempo que dura el filme, en parte activa del mismo. ¡Es la magia del cine! Amigos, aprovechemos esta «máquina del tiempo» y echemos la vista atrás. Es importante conocer el origen de los truenos.

EL GABINETE DEL DOCTOR CALIGARI

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