El gran árbol, Susanna Tamaro,Ediciones Urano, 2010
“El gran árbol”, de Susanna Tamaro es un cuento aparentemente infantil cuajado de valores simbólicos.Es, más bien, un relato metafórico en torno a la amistad y la solidaridad.El texto adopta la forma de cuento tradicional, aunque los personajes y los esquemas varían. La autora se dirige a los niños en primer lugar, pero no excluye a los adultos, ya que la carga reflexiva que contiene el relato es importante.De forma pausada, con tiempo, con calma, con tranquilidad, una semilla de abeto va, poco a poco, germinando y creciendo. En el mundo de los árboles no hay esa sensación de prisa que tenemos los humanos. El abeto crece tanto que se convierte en el rey del bosque. Ofrece en sus ramas cobijo a los animales y preside majestuoso el horizonte. A los otros árboles no les cae muy bien porque creen que es un orgulloso. Todo son falsas apariencias. Nadie se ha tomado la molestia de hablar con él.Un buen día, este abeto deja su lugar en el bosque porque ha sido el escogido para presidir, como árbol de Navidad, la plaza de San Pedro del Vaticano. Al quedarse sin raíces, pierde la conciencia, aunque una ardilla que, dormida en sus ramas, viaja con él, es quien se obstina y se empeña en lograr un milagro.Susanna Tamaro permite que un ser real, como es el Papa Juan Pablo II, intervenga en el relato dando una nota humana, una nota de ternura, de comprensión y un mensaje de solidaridad extraordinario. Tanto es así que el árbol vuelve a su lugar de origen y, al entrar en contacto con sus raíces, retorna a la vida para alegría de los animales y cierto fastidio de los árboles.“El gran árbol” se convierte así en una especie de parábola de nuestra sociedad, más preocupada por las apariencias, por el tener y poco pendiente de las esencias, de los valores profundos. Un texto conmovedor, positivo y lleno de esperanza que podríamos calificar también de fábula moderna.“El gran árbol” es, en definitiva, un buen regalo para todas las edades.