El gran convertible

En mi post anterior, hablé sobre las similitudes que existían entre un trench y una hipoteca, cuando cumplen el rol de fondo de armario. Teniendo en cuenta que los bancos y cajas se han transformado en instituciones de triple función, a saber, hundirnos en la miseria, comercializar productos financieros y ahora son inmobiliarias. Pensé que dentro de mi armario habría alguna prenda que pudiera tener el uso de vestirme por triplicado y voila! Hete aquí una prueba irrefutable de mi teoría.
A modo de encuesta quise introducir este tema, perfectamente tachable de absurdo y superficial, donde mi único objetivo es demostrar que,  es posible ser igual que un banco o una caja, tan sólo con la ayuda de una prenda (el producto), bonitos complementos (los atractivos intereses y la golosina de suculentos rendimientos a corto/largo plazo) y una buena faja (la letra pequeña de lo que firmas).
Así que, sin hacer demasiados esfuerzos mentales, me acordé de mi vestido negro palabra de honor, del año 1998 que también permanece impertérrito a las tendencias y al que no le importa la opinión hasta del/a más castigador@ hacia las trivialidades del mundo de la moda, igual que las entidades financieras, a las que parece que lo que han hecho les importa un bledo y solicitan ayudas al Estado, ante la impotencia de una sociedad que está pagando y pagará sus fechorías.
Esto es extrapolable al vestuario masculino, al traje que todos los varones usan en bodas, bautizos y comuniones cambiando la corbata y los calcetines.
Agradecimientos: A Olga, Julieta, Fran C. y el personal del pub Mojito San Juan en  Telde (Gran Canaria) por ayudarme a realizar el reportaje y hacerme pasar una tarde agradable que me sirviera de inspiración. También quiero dar las gracias a Jennifer A. porque hablando con ella se me ocurren estas estulticias, a pesar de su inteligente visión de la economía.