Revista Talentos
Una noche, mientras dormía boca arriba, soñé que era un axolotl y Glenda Jackson me alimentaba con doliente ternura. Fue mi primera revelación y, al despertar, supe que mi destino era fundar la secta. Queríamos tanto a Glenda que la desnudamos, le dimos pequeños mordiscos y bebimos de su sangre.