Revista Literatura

El Guardián Durmiente

Publicado el 06 julio 2011 por Tuky @Tuky
“La noche vino, no era extraordinaria;así pasan cientos de ellas.En ellas duermen perros, en ellas yacen piedras.”Rainer Maria Rilke
Primero, mataremos a su perro. Entraremos sigilosamente y ahorcaremos sus flores. Obviamente, no dejaremos vivo ninguno de sus Pensamientos, le pisaremos todos los recuerdos, –no dijo que le gustaban esas flores blancas retorcerse bajo la luz del atardecer- mataremos incluso, la sombra de sus jazmines con los pies.
Con ésta pala cavaremos en el medio del jardín y arrojaremos la tierra recién nacida sobre las demás plantas hasta ocultarlas todas –no dijo que el olor de la tierra húmeda le gustaba tanto como comer azúcar mojando el dedo índice en la azucarera- escupiremos charcos de pus sobre todos los colores.
Ya tenemos afilado el serrucho, así que talaremos el árbol de su jardín. Sí, ese único que tiene, el frondoso –no dijo que admiraba del viejo árbol su estoicismo para enfrentar vendavales, y sus ramas que parecían reclamar al cielo agua, en tiempos de sequía- patearemos los restos moribundos de la madera caída hasta hacerla frase gastada, astilla roída.
Desterraremos cualquier rastro de hierba con éste botellón de orín de cabra negra. Volveremos lo verde, infértil con ésta gasolina –no, no dijo que siempre se preguntaba cómo puede el pasto fresco, crecer en medio de la nada- arañaremos, rasgaremos y seremos victoriosos.
Destrozaremos todo lo que mira y así, se hará justicia; vengaremos al fin su osadía.
Mientras el dueño escribía apoyado en el árbol (vaya uno a saber qué nuevo poema) ellos, no pudieron matar al perro; dormía plácido bajo la luz de la luna y a todos les dio sueño.
El Guardián Durmiente

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