Revista Diario
El Haitiano
Publicado el 25 diciembre 2012 por MunchkinlandSalí de casa a buscar a mi amiga, bajando las escaleras del metro me crucé con un carabinero y dos maletas, no le vi el rostro, no le di importancia.
Cuando llegué a casa, con mi amiga, estaba mi padre y mi madre besándose con ternura y atrás de eso un hombre, alto, bien formado y de piel negra. Pero no de ese negro intenso, sino de ese moreno intenso, pero que sabes que no son Chilenos.
Era un sobrino lejano de mi padre, era Haitiano, era hijo de mi tio Gustavo (Q.E.P.D) y era realmente guapo. Se iba a quedar en casa, y el único espacio para dormir era la plaza que sobra de mi cama de dos plazas, ¡yo estaba feliz! Me había gustado, le preguntaba si acaso le gustaba Chile, él decía que si. Él era carabinero, es mas, él era el carabinero con el que me crucé en la bajada del metro.
En algún momento en mi cuarto, lo besé, sus besos eran tiernos, pero él era de sangre caliente como dice mi madre:
- ¿vamos a hacer cosas buenas? – decía él.
- ¿A qué te refieres? – Decía yo.
- A tu cama.
Había comprendido perfectamente el lenguaje, pero había comprendido también que hace un par de minutos le había dicho lo mismo a mi amiga. ¡Que fresco!, pero encantador y aquí entre nos, si quería hacer cosas buenas, solo que mi madre, con su sabiduría de madre, me dejó imposibilitada de meter a la visita a mi pieza, específicamente a mi cama. Cuanto saben las madres.