Revista Literatura

El hambre y la necesidad

Publicado el 08 noviembre 2019 por Rogger

En el legendario barrio de Miranda, estrecho, caótico y bullanguero, no hay calles, hay pasajes y recovecos que intimidan a extraños y protegen a los propios. No hay focos de alumbrado público. Los han reventado a pedradas. Es innecesaria la luz en un lugar como Miranda, sinónimo de lobreguez. Turi, a quien conocemos hace mucho, es de aquí. La queremos. Ya es parte de nuestra familia. Hace varios años llamó a la puerta rogando un trabajo a cambio de comida. Le encargamos nuestro pequeño jardín. Vio cómo nos fuimos hundiendo en la crisis. Aún así nos quiso, sin dinero, casi sin comida. Cuando nos veía rascar la olla por unas pocas lentejas nos hablaba de La Flaca. No le hicimos caso, quizá porque calculamos mal que la desdicha se marcharía pronto. No nos aceptábamos. Hoy, luego de mil intentos, literalmente muertos de hambre, le pedimos que nos trajera. Tiempos de vacas flacas.
Pepa me mira y musita su miedo. No quiere continuar. Yo la agarro fuerte. Sería peor si retrocedemos. La gente se mueve sigilosamente. Nos miran, nos calculan. Turi carraspea. Dos pasajes más, volteamos a la izquierda.
— Ahí está La Flaca, dice Turi.
Hay una mesa grande interceptando el paso. Dos bancas largas y algunas pequeñas. Cuatro hombres comiendo ensimismados. Hemos llegado. Turi nos mira. Qué esperan, hay que sentarnos. Pepa duda otra vez. Tomo mi lugar junto al mecánico que come apurado, Pepa le mira las manos, a todas luces lavadas, pero con las uñas irremediablemente negras, y se sienta en medio. Turi junto a ella.
—Tres completos.
Turi alza la voz. La Flaca es una mujer pequeña, huesuda, de ojos vivaces, de indudable color de enfermedad. Tiene la mirada diáfana, el gesto animoso. Gira la perilla y su pequeña cocina industrial despierta y ruge su fuego azul. La Flaca toma un plato, lo incrusta en una gran olla, y vierte el arroz en el wok aceitoso. Así comienza. Hace todo de memoria. Las papas fritas, la salchicha, los huevos. Cebolla china, kión, algo de una botella, otro poco de otra, una cucharadita de eso, otra de aquello. Cinco minutos más tarde nos sirve. Tres gigantes platos de un revoltijo indescifrable. Sobre la mesa cuatro frascos. Turi sugiere: todo. Y nos da el ejemplo. Pepa ya no me mira. Todo.
La primera cucharada, desata una simultánea reacción. Turi tenía razón. Hilos de mostaza, ketchup, mayonesa y crema de rocoto. El indescifrable aroma nos envuelve. Pepa parece feliz otra vez. No lo era hace mucho tiempo. Estamos juntos. Cómplices. Turi celebra haber acertado. Se ríe, conversa con uno, con otro. Conoce a todos. Todos la conocen. El hambre y la necesidad.
Derechos Reservados. Copyright 2019 de Rogger Alzamora Quijano

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Rogger 181 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Sus últimos artículos

Revistas