Revista Talentos
Con trece años acompañé a mi tío a cubrir a Jacinta con el semental del vecino. De vuelta, Jacinta y yo teníamos todas las hormonas revolucionadas. Ella caminaba contoneándose y de vez en cuando demostraba su agradecimiento salpicando en mi cara los fluidos sobrantes con el hisopo de su cola.