(The Hobbit)
de J.R.R. Tolkien
Bilbo Bolsón es como cualquier hobbit: no mide más de metro y medio, vive pacíficamente en la Comarca, y su máxima aspiración es disfrutar de los placeres sencillos de la vida. Y es que todos ellos son tan vagos como bonachones, por naturaleza, y porque quieren. Pero una soleada mañana, Bilbo recibe la inesperada visita de Gandalf, el mago de larga barba gris y alto sombrero, que cambiará su vida para siempre. Con Gandalf y una pandilla de trece enanos, nuestro héroe partirá hacia la Montaña Solitaria a fin de rescatar el valioso tesoro custodiado por Smaug, un terrible y enorme dragón. Para eso tendrán que superar muchísimos peligros y toda clase de aventuras que Bilbo jamás hubiera podido ni imaginar y que lo convertirán en el hobbit más famoso del mundo.No sé si seré capaz de describir la nostalgia que he sentido al releer este libro, pero lo voy a intentar. Mi aventura en la Tierra Media comenzó en 2002, unos meses después del estreno de la primera película. Yo me había negado a verla en cines: en esa época había cierta rivalidad entre los fans de Harry Potter y El Señor de los Anillos y yo siempre fui de los primeros. Sin embargo, cuando un amigo se trajo el DVD de La Comunidad del Anillo a mi casa y me convenció para verla, quedé maravillado. En algo más de dos horas y media me convertí al Tolkienismo. Después, como no podía ser menos, leí la trilogía y llegaron las otras dos películas.
No leí El hobbit hasta después de leer la trilogía (aunque el libro se publicó mucho antes), y lo hice con una preciosa edición en tapa dura e ilustrada por Alan Lee que todavía conservo. De eso hace casi diez años, por lo que en cierto modo releer la novela ha sido casi como viajar al pasado, como reencontrarse con un viejo amigo casi olvidado.
Que nadie se confunda: El hobbit no es El Señor de los Anillos. Al contrario, es una aventura mucho más infantil y divertida. Y ahí precisamente radica su encanto. Bilbo es un hobbit de buena familia, muy digno él, y algo tan incómodo como una aventura no va mucho con él. Sin embargo, acaba metido de lleno en una. Es precisamente la evolución de Bilbo una de las cosas que más me ha gustado del libro, pues pasa de ser un hobbit asustadizo y timorato a alguien valiente (bueno, más o menos), que lucha por lo que es justo aún cuando eso implique ponerse en peligro.
El hobbit está lleno de momentos cómicos que son simplemente geniales, muchos de ellos protagonizados por él y su alma hobbit tan poco aventurera, pero también por Gandalf, que tiene escenas sencillamente brillantes como la llegada a casa de Beorn. Y es que este Gandalf es algo distinto del de la trilogía, mucho más alegre y divertido.
Por supuesto, no todo es aventura y diversión. Hay momentos espeluznantes que ponen la carne de gallina, como la escena de los acertijos en las tinieblas, donde el lector se encuentra por primera vez con el diabólico Gollum. Es precisamente en escenas como esta donde Tolkien destaca como lo que es, un genio cuyo punto fuerte es la maestría en el uso de las palabras.
Además, también hay escenas bastante oscuras, como la de las arañas de Mirkwood, y momentos mucho más sutiles donde se nos habla de cierto Nigromante, que por supuesto juega un papel vital en El Señor de los Anillos. Sí, esta es una novela infantil, pero no tanto como podría parecer en un principio.
En definitiva, El hobbit funciona tanto como una excelente introducción a la Tierra Media como a modo de complemento a la historia que muchos ya conoceréis: después de todo, es aquí donde se narra el hallazgo del Anillo Único por parte de Bilbo. No tiene la épica ni la profundidad de El Señor de los Anillos, pero eso no significa que no sea una excelente lectura. ¿Que si lo recomiendo? Sin duda alguna.
Historia: Personajes: Estilo:
Ritmo: Opinión: 8,5/10
Lo mejor:Acertijos en las tinieblas.
Lo peor: Que no tiene la profundidad de la trilogía.