El Boogeyman de Murcia
El crimen que conmocionó a la sociedad española acabó contándose de generación a generación, por lo que el hombre del sacó se convirtió en una leyenda de la cultura popular
Los padres no son los únicos que han rentabilizado la figura del hombre del saco. También el cine o la literatura, de una u otra forma, han explorado el personaje y lo han reinventado para crear nuevas historias que llevar a los ejemplares o a la gran pantalla (cuando no a ambas, con adaptaciones): El hombre de las sombras, con Jessica Biel; El páramo, con Belén Cuesta; It o The Boogeyman, basadas en las novelas de Stephen King; Slender Man, con Joey King; The Black Phone que, pese a lo que mucha gente cree, no parte del libro homónimo de Stephen King, sino del de su hijo, Joe Hill, tan reconocido por sus novelas como por sus relatos y cómics de terror y fantasía… Todos tienen algo en común: el recurso de un mismo imaginario.
Los hechos reales
Sin embargo, poco hay de ficción en el hombre del saco y nada de leyenda, a pesar de lo que se haya pensado siempre en el siglo XXI. De hecho, la película protagonizada por Javier Botet que está en cartelera y recoge su nombre, El hombre del saco, se ha basado en la historia real del criminal que inspiró a quienes usaron su apodo más tarde para aterrar a los niños, aunque Ángel Gómez le aporte su toque sobrenatural para asustar también al público adulto. Además, el mote de este asesino que se convirtió en un mito en España varía en función de donde se viva. En el caso de Murcia se le conoce como el Tío Saín, que no es otro que Francisco Leona, uno de los responsables del crimen de Gádor.
Almería, 1910. El agricultor Francisco Ortega, alias ‘El Moruno’, padece tuberculosis -una de las enfermedades más mortales de Europa- y acude desesperado a una curandera, Agustina Rodríguez (’La Bruja’). Esta le recomienda visitar a un conocido también por sus ‘terapias alternativas’. Es aquí cuando entra en escena el barbero Francisco Leona, cuyo sobrenombre, el hombre del saco, ha perdurado durante 110 años por el más macabro de los crímenes cometidos.
Los más supersticiosos, antiguamente, entendían que la sangre era una fuente de vida. Por ello, el curandero encontró una solución rápida para salvar de la tuberculosis a su ‘paciente’: ingerir la de un niño y ponerse su manteca sobre el pecho. A cambio le pedía 3.000 reales, lo que hoy serían 4,50 euros.
El propio curandero se ofreció a ser él quien raptara a un menor y, para ello, buscó la ayuda del hijo de Agustina (Julio Hernández ‘El Tonto’), al que le prometió 10 duros si participaba en su plan.
Juntos intentaron secuestrar a una niña de Benahadux, aunque fracasaron por sus gritos, y finalmente se llevaron a un pequeño de la localidad de Rioja que se llamaba Bernardo González. Apenas tenía 7 años y se encontraba bañándose con dos amigos en el río cuando lo engañaron para ir hasta el cortijo de Araoz que pertenecía a Agustina, a las afueras de Gádor, donde llevaron a cabo el macabro ritual. A mitad de camino, el niño se arrepintió y quiso volver a casa, pero lo forzaron y lo metieron en un saco.
Cuando llegó la noche, le extrajeron la sangre por las axilas y la recogieron en una olla para que el enfermo pudiera beberla. Tras ello, Francisco Leona usó una de las navajas de su trabajo para abrir su cuerpo y extraerle las entrañas, las mismas que ‘El Moruno’ se colocó sobre el pecho.
Después de sacrificarlo, lo llevaron de nuevo en el saco a un barranco que estaba a 4 kilómetros del cortijo y le golpearon con una piedra en la cabeza para imposibilitar que se le identificara. Allí cavaron un hoyo y lo enterraron. La Guardia Civil los atrapó por el chivatazo de ‘El Tonto’, al que el hombre del saco no le dio la recompensa que le había prometido (30 céntimos de euro).
La tragedia se extendió como la pólvora por todo el país, y los medios de tirada nacional siguieron el caso y el juicio. Todos fueron condenados a pena de muerte en 1911, en base al Código Penal de 1870, por asesinato con alevosía y agravantes como la premeditación o el ensañamiento, aunque Alfonso XIII indultó parcialmente a ‘El Tonto’ por su ‘demencia’, y pasó su vida en la cárcel. En cambio, Francisco Leona no llegó a los juzgados al morir en prisión preventiva. El resto fueron ejecutados a garrote vil.
El Tío Saín de Murcia
El crimen que conmocionó a la sociedad española acabó contándose de generación a generación, por lo que el hombre del sacó se convirtió en una leyenda de la cultura popular, el mito de un individuo que raptaba a los niños desobedientes. Mientras que en otros lugares se le conoce como el sacamantecas -por haberle extraído las entrañas a la víctima-, en Murcia se le ha llamado siempre El Tío Saín. Este nombre viene de la palabra ‘sebo’, que no es otra cosa que la grasa de la piel de los animales, precisamente porque fue la grasa (o la manteca) lo que el enfermo de tubercolisis se colocó sobre el pecho después de que Francisco Leona se la extrajera al pequeño. No murió de tuberculosis, pero sí fue ejecutado.
Javier Botet, leyenda del cine de terror que, a la vez, protagoniza este mito
No puede ser más curioso el caso de Javier Botet. El actor que interpreta esta leyenda es, a la vez, otra leyenda del cine de terror. El hombre que consigue sembrar los gritos en las salas. Diagnosticado a los cinco años de síndrome de Marfan, ha logrado verle el lado positivo a la vida, y ha aprovechado la peculiaridad de su cuerpo para marcar la diferencia con el resto de intérpretes, lo que le ha permitido hacer grandes personajes en este género. Convertido ahora en El hombre del saco, ha sido también el monstruo de Mamá, el protagonista de Slender Man, Crooked Man en Expediente Warren: El caso Enfield, la entidad en Polaroid o el leproso y la bruja en It y en It: Capítulo 2.
- LA OPINIÓN DE MURCIA
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