Revista Literatura

El hombre que arregla los aires

Publicado el 18 octubre 2011 por Netomancia @netomancia
El precio era sensato, al menos el aparato ahora funcionaba. Le pagó sin chistar, no había razón para quejarse, el aire estaba funcionando otra vez. Lo despidió en la puerta y lo vio marcharse por el pasillo, en dirección al ascensor.
Estaba a punto de cerrar cuando notó que el hombre se estaba olvidando una pinza.
- ¡Jefe! - lo llamó - ¡Se olvida una herramienta!
Justo había llegado el ascensor. Pero el hombre no dudó, pegó la vuelta. Recibió la pinza y la guardó en la caja amarilla que levantaba sin hacer demasiado esfuerzo, a pesar de estar repleta.
- Gracias buen hombre, era una buena pieza y si la perdía iba a estar en problemas - dijo el técnico en aires acondicionados.
- ¿Difícil de conseguir? ¿Qué es, importada? - preguntó curioso y sonriente el dueño del departamento.
- No - contestó el hombre apoyando la caja en el piso y haciendo una pausa, mientras acomodaba sus manos en los bolsillos del pantalón - Es nacional. Pero tiene una larga historia.
Permaneció así, de pie y con las manos dentro del pantalón azul, de rodillas desgastadas. Su interlocutor pensó que ya estaba, había devuelto la herramienta, obrado bien, ya había pagado, ahora lo único que necesitaba era cerrar la puerta y ponerse a mirar la tele disfrutando del aire para combatir los primeros calores de la temporada. Sin embargo, el técnico se había quedado allí de pie, como esperando que le dijera "¿qué historia tiene?", pero su curiosidad había terminado cuando preguntó si era importada e incluso, se arrepentía de ello.
- Bueno, si me disculpa... - empezó a decir, entornando la puerta, pero la hoja de madera se encontró de repente con el pie del técnico. El freno busco de la misma sobresaltó al dueño del departamento.
- Pregúnteme sobre la historia de la pinza - exhortó el técnico.
Lo escuchó, pero no lo podía creer. Aunque más que incredulidad, tenía miedo. Aquello no era una actitud normal.
- Es que la verdad, tengo que hacer, si me sigo retrasando...
El hombre sacó las manos de los bolsillos y lo empujó hacia dentro de la habitación principal.
- Usted se va a retrasar todo lo que yo quiera - amenazó. El rostro no era el mismo que antes, que en todo momento había notado sereno e inexpresivo. Ahora, en cambio, parecía moldeado por el mismísimo demonio.
- Está bien... está bien, por favor, tranquilo amigo.
- Nada de amigo. Usted tocó mi pinza, ahora tendrá que escuchar la historia.
- Pe... pero, se la estaba olvidando.
- No, yo no me olvido nada. Si la pinza se quedó, es porque le toca a usted.
- No entiendo... ¿qué me toca qué?
- Escuchar la historia. Escucharla y después morir.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas